Sálvame, Pamela

13 de Agosto del 2017 - Luis Ángel Gil Urbón (Gijón)

Tenemos un problema con los culos, que es la parte de nuestra anatomía que menos vemos, pero de la que más pendientes estamos los demás. Las chicas de Salvamento Marítimo de nuestra ciudad, que velan por que a los imprudentes bañistas no les llegue el agua al cuello, antes nos van a matar de infarto, por falta de ventilación, antes de habernos practicado la respiración boca a boca. Son tan diminutos sus bañadores, reducidos a la mínima expresión, que ¡ay!, flota la desnudez del pompis en el aire. ¿Por qué ir con un molesto taparrabos cuando podemos ir desnudos, como nuestros primeros padres Adán y Eva nos trajeron al mundo? Eva nos ofreció la manzana del pecado, el zopenco cazador picó y la mordió. Allá él (y nosotros con él). Aunque no todos podamos presumir de un cuerpo como el mío o el de Pamela Anderson en bañador.

Las aguas del mar Cantábrico, que son por naturaleza bravas, están siempre cabreadas. Primero suben para envolverte en un abrazo y después bajan y arañan la arena del fondo, que te hace cosquillas, mientras los peligrosos torbellinos escondidos te agarran y arrastran por los pies. Precaución amigo en bañador en las playas de Asturias, no sólo porque te pueden echar una multa gansa (en caso de haber Salvamento), sino también para evitar que te hagan al terminar las vacaciones la indeseada pregunta ¿qué hicisteis el último verano? El mar en calma, tranquilo y con un fondo coralino como en el Caribe en el que se transparentan hasta las aletas de los voraces tiburones, está alejado de estas costas. Aquí no se estila.

Se habla mucho estos días del maltrato animal, de la tauromaquia y de las fiestas populares con raigambre, donde el toro es protagonista indiscutible, aunque nadie osara preguntarle antes si su deseo es participar de invitado de honor en la fiesta. ¿Es también maltrato animal que los bípedos aspirantes a taquilleros en el Concurso de Saltos Internacional de Gijón tengan que superar un examen, que consiste en una prueba de cálculo, para trabajar unos días? Son jóvenes, y unas cuantas monedas, una limosna lanzada al aire, cazada al vuelo, les viene de perlas para los gastos fin de semana. Además de en la taquilla, también se ofrecen puestos para volver a colocar los listones de los obstáculos que derriban en su estilístico salto los jinetes, que no hay que confundir su significado con el de la palabra jineteras, que son las que ejercen por necesidad, pero honradamente, su indigna profesión en Cuba. Es otra cosa, mucho más noble, más chic. Aparentemente más impoluta que limpiar las cacas que dejan a su paso los caballos en las cuadras.

Se debería aleccionar a los extranjeros que residen en España sobre el peligro de contar mentiras “tralará” y más si afectan o pueden ofender a otras etnias, en el caso concreto que nos atañe a la gitana. ¿Será cierta la versión que esgrime en su defensa el hombre pillado in fraganti por los tejados de un edificio de la calle la Merced de Gijón, encaramado a una claraboya, fuertemente? Al parecer, y según declaró más tarde en dependencias policiales, el alado individuo huía por los tejados perseguido por las flechas de cupido convertidas, para su desdicha y padecimiento, en los malvados hermanos celosos, que querían dar buena cuenta del osado enamorado, por citarse con su hermana en una pensión. Ésta es su versión, tan rocambolesca, que a la Policía no le quedó otro remedio que llevarlo a declarar para aclarar que dichas razones no eran de amor patrimonial.

Está claro que el tabaco mata, pero el presidente filipino, Rodrigo Duterte, al que nadie llama trigo por no llamarle Rodrigo, va a poner fin al mal hábito. Está dispuesto a terminar de manera fulminante con los fumadores enviándolos a la cárcel. Una vez allí, y entre una calada y otra, podrán sentarse a esperar aquello que más quieran. También tendrán tiempo para reflexionar ¿Vale la pena fumar, aunque cada cigarrillo se lleve un día de tu vida? Yo fumo. La más grande y mucho más sensual Sara Montiel fumaba mientras esperaba al hombre que más quiere. Pero, la divina es inmortal. Claro.

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