Una valla por sorpresa
Hace unos meses, en la zona de los Colegios Mayores de Oviedo apareció sin previo aviso una valla metálica que cortaba totalmente la calle Valdés Salas, entre el campo de fútbol y el polideportivo. El primer efecto de la medida ha sido el cierre de la cercana salida peatonal del bloque San Gregorio, con un inconveniente añadido para la aproximación de vehículos en caso de emergencias, ambulancias, bomberos, reparaciones, mudanzas o tránsito de personas impedidas. Hago notar que, por lo menos, tres de los seis portales usan esta portilla habitualmente y no las salidas inferiores que les obligarían a dar un rodeo.
Las primeras pesquisas indicaron que la valla se relaciona con las obras de rehabilitación del Colegio Mayor América, de cuya puerta principal dista unos cien metros y abarca un largo trozo de la calle, además de una parte ajardinada, la plazoleta ante la residencia y el estacionamiento próximo a la citada portilla. Un amplísimo espacio capaz de acoger, no ya la presunta maquinaria pesada, materiales y vehículos de carga, sino posiblemente hasta un centenar de carros de combate si preciso fuera.
Todo parece indicar que estamos ante una obra de larga duración. Hace casi tres meses, alguien apuntó la sospecha de que las obras podrían durar «hasta Navidades». Posteriores noticias confirman este augurio, pero no referido a las Navidades últimas, sino a las de 2010. Y hay quienes vaticinan un más allá.
La abrupta obturación de la vía fue perpetrada, como digo, sin advertir a los damnificados, quienes recibieron los hechos consumados con el desagrado que es de suponer. Hay quienes arguyen que se trata de evitar el estacionamiento de vehículos, mas para eso basta una señal de tráfico.
Las gestiones de la administración de la comunidad dieron como fruto la información de que el obstáculo responde a razones de seguridad «sobre las personas y las cosas» y estará colocado «mientras duren las obras», aseveraciones con voluntad absolutamente tranquilizante. Requerido sobre el caso el vicerrector de Infraestructuras de la Universidad, notifica que la responsabilidad de las obras no es de competencia universitaria sino del Principado de Asturias. Pero a los vecinos, lo mismo nos da Juan que Pedro.
Al habla con el arquitecto, el presidente y la administradora de la comunidad consiguieron que junto a la valla fuera habilitado un paso peatonal de un hormigón más bien irregular, que de algún modo sugiere el callejón de toriles en una plaza de pueblo. Para que no decaiga, el remedo a escala de una prospección petrolífera estuvo varios días perforando junto a la valla y llenó de barro los alrededores, enfangados aún más durante la nevada.
Ejerzo así, a título particular, mi derecho al pataleo sin otra pretensión que la denuncia de una falta de consideración a los vecinos. Anoto que, desde los tiempos del «masipato» en la Alcaldía, ya hubo problemas mal resueltos sobre la titularidad de algunos tramos y las servidumbres debidas a las comunidades de la zona a través del camino a la Perera y Los Catalanes.
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