Miserias culturales de los fascismos
Mientras leía la noticia sobre las intenciones del Ayuntamiento de Sabadell, presidido por su alcalde, Maties Serracant, de la CUP, para proceder a eliminar del callejero de la ciudad nada más, ni nada menos, que a Antonio Machado, Goya, Quevedo, Lope de Vega... por considerarlos representantes de la cultura fascista española, me vino a la memoria el siguiente episodio durante mi etapa universitaria.
Año 1972, volvía yo de mi verano de trabajo en Alemania y, como era costumbre, antes pasaba por París, con el objetivo de comprar libros en la editorial Ruedo Ibérico, prohibida en la España fascista de Franco. Los estudiantes que procedíamos a ello éramos conscientes del riesgo que corríamos si finalmente la Guardia Civil descubría en la frontera “el cuerpo del delito”.
Aquel año, compré los dos tomos de las obras completas de Vladimir Illich Lenin, en cuyo lomo rezaba. “V. I. LENIN. Obras Completas”. Al llegar a la frontera, la pareja de la Guardia Civil procedió a revisar mi maleta y encontró los libros (el miedo se apoderó de mi cuerpo y de mi alma) y se produjo el siguiente diálogo entre el cabo y el cabo primero:
Cabo primero: “Cabo, mire a ver Ud., en la lista: VILENIN”.
Cabo: “¿Con B o con V, mi Cabo Primero?”.
Cabo primero: “No sea Ud. ignorante, Cabo, es con V”.
El cabo revisó el listado empezando por la parte final de la lista y del abecedario en busca del tal Vilenin, al no encontrarlo me los devolvió, no sin antes preguntarme: “¿Es de amor o de aventuras la novela?”. Le contesté que de las dos cosas.
La ignorancia y la incultura no eran patrimonio sólo de la Guardia Civil, formaba parte de aquella España gris, triste, inculta, represora, irrespirable que queríamos dejar atrás, porque atravesar los Pirineos en aquella época era entrar en otro mundo.
Casi medio siglo después, algunos de los hijos de aquellos que combatieron el franquismo para recuperar las libertades y que hoy, gracias a esa lucha, gozan de ese preciado bien que es la libertad pertenecen libremente a cualquier partido político y cualquier ideología que, sin ninguna cortapisa, pueden defender. Entre ellos están los militantes y políticos de la CUP en Cataluña. Uno de ellos, Maties Serracant, como ya hemos dicho, es alcalde de Sabadell gracias al apoyo de IC y Podemos, quien ha propuesto tamaño dislate y atropello histórico-cultural (por decirlo con palabras suaves).
La propuesta está basada en un informe encargado a un historiador local (seudohistoriador, diría yo) Josep Abad, quien entre otras “perlas” afirma que “Antonio Machado es españolista y anticatalanista”, que “Francisco de Goya (pintor universal) y Quevedo tienen un perfil franquista”. Arremete también por los mismos “delitos” contra Mariano José de Larra, Lope de Vega, representantes del “modelo seudocultural franquista”.
¿Alguien se atrevería a encontrar alguna diferencia entre este seudohistoriador y Pío Moa? Por mi parte no soy capaz de encontrarla. En los dos prevalecen la ignorancia histórica, el sectarismo, la manipulación y los dos pretenden dar soporte “ideológico” a sus jefes de filas. Sinceramente no sé cuál de los dos me da más miedo.
Los guardias civiles protagonistas de mi anécdota eran a su vez víctimas del modelo franquista de represión. Su incultura (en la mayoría de ellos, el analfabetismo) era lo que necesitaba el régimen para sobrevivir.
La patética propuesta del alcalde de Sabadell se acerca más al modelo cultural de Kim Jong-un, acorde con su ideario político, que al de las democracias avanzadas, lamentablemente injustas, imperfectas (todo lo que queramos añadir), pero capaces de seguir y sentir a hombres como Antonio Machado, quien desde su tumba nos seguirá recordando: “caminante no hay camino, se hace camino al andar, golpe a golpe, verso a verso...”, pero sin darle tiempo a constatar tristemente la vigencia de:
“Ya hay un español que quiere / vivir y a vivir empieza, / entre una España que muere / y otra España que bosteza. / Españolito que vienes / al mundo te guarde Dios. / Una de las dos Españas / ha de helarte el corazón”.
Por ello, al resto de mortales, sólo nos queda seguir disfrutando de sus versos, bien a través de la lectura, bien a través de la música de otro catalán universal, Joan Manuel Serrat, quien, de seguir así las cosas, pasará a engrosar el listado de ilustres anticatalanistas decretado por quienes reparten carnés de buenos y malos catalanes.
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