Sangre, dolor y lágrimas
En Barcelona por el feroz y salvaje atentado terrorista islámico, con un doloroso balance de 15 muertos y más de un centenar de heridos, la mayoría turistas extranjeros. Si unos extremistas catalanes, cuerdos o locos, estaban ellos mismos torpedeando ese turismo que es nuestra primera riqueza (inexplicable esa enfermiza “fobia”, que no parece desagradar a la alcaldesa de Barcelona, sino más bien todo lo contrario), este salvaje y criminal atentado terrorista puede ser el tiro de gracia a ese turismo, con la consabida repercusión en nuestra depauperada economía, que pretenden hundir unos despreciables antiespañoles, afines también a la sedición y el separatismo. Y seguro que aplauden también este salvaje atentado terrorista, que toda la ciudadanía española repudia y hace suyos ese dolor y sus lágrimas.
Sí, porque Cataluña ha sido siempre para el pueblo llano carpetovetónico, obviando políticos e ideologías, una querida y valorada región, que unos sediciosos dirigentes están llevando a la ruina. Que por cierto, en Barcelona al día siguiente del atentado, compartieron el minuto de silencio por las víctimas, con las autoridades nacionales (rey, presidente del Gobierno y otros líderes políticos), triste y dolorosa coyuntura que su uso un buen motivo de reencuentro, limar intransigentes y obstinadas asperezas políticas, y tratar de ver la forma y manera de solucionar el grave problema del separatismo, cada vez más lanzado, por sus dirigentes, hacia el abismo. Pero no ha sido así, y todo seguirá igual, o peor.
Ayer fue ETA, y hoy el terrorismo islámico. Como se temía, ahora somos nosotros su objetivo después de Francia, Alemania, Estocolmo e Inglaterra. Por favor, no más sangre, dolor y lágrimas. Y la paz.
Ricardo Luis Aries
Aller
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