Circo en Las Vegas
Se cumplieron todos los pronósticos en Las Vegas ganando la pelea, pero el imbatido 'Pretty boy', también conocido dentro y fuera del cuadrilátero como Floyd 'Money' Mayweather, a mí no me gustó. Hasta podría decir que me defraudó. Siempre me deja el campeón un regusto amargo en sus peleas porque es miedoso, estratega, tacañón. Cinco años tardó en dar una oportunidad a Manny Pacquiao, alias 'Pac-Man', el filipino que no tiene problema en pegarse con cualquiera, con el fin de que ganara peso y perdiese velocidad con la edad. En cambio, el irlandés Conor McGregor (artes marciales mixtas) me agradó quizás porque partía en desventaja y no estaba en su terreno habitual, esperaba menos de él. Lo puso todo en el empeño por arrebatarle el cinturón: valentía, arrojo, pundonor. Se vacío y lo entregó todo. Mayweather corría, se defendía y solo cuando al irlandés le fallaron las fuerzas, en el décimo asalto, llegó el nocaut. Conor McGregor, el gladiador. Un señor.
De pequeño tenía un balón de fútbol donde se veían las caras retratadas de los jugadores del Sporting, la de Mesa un poco menos, porque al extraordinario centrocampista, que no sabemos si fue fortaleza inexpugnable o pared infranqueable, o ambas cosas a la vez, sin necesidad de tener que usar crecepelo, se la cubría una abundante melena. Que se lo pregunten a los delanteros. El brujo Quini, por ejemplo, de certero testarazo la clavaba en la escuadra, de ahí le viene lo de brujo, porque no había truco, el algodón que cubre la cabeza nunca engaña. Tampoco hay trampa ni cartón como la mano que le dio un mundial a Diego Armando Maradona. Ha empezado la Liga de los dos equipos abusones que juegan a ver quién le mete más goles a los chicos. No va a haber color. El interés está en ver quién será este año el pichichi, Messi o Cristiano.
No tengo nada en contra de los bomberos, entre otras cosas, porque de pequeño vi las evoluciones gimnásticas que realizaba con tino y destreza, en la plaza de toros, 'El bombero torero'. A todos nos hacía reír con sus habilidades, con sus saltos y cabriolas, ante los amenazantes cuernos de un toro mareado. Dónde estás que te empitono, decía el toro furibundo, mientras el bombero, que ya hacía tiempo que había saltado por encima, le tiraba del rabo. Eran otros tiempos de esplendor en la hierba. Pero, ¿esto a qué viene? Con el tiempo se me va la olla, me pierdo en corridas y batallitas caducadas. Manuela Carmena, digna alcaldesa de Madrid, rebaja las pruebas físicas para la selección de bomberos para que las bomberas tengan más posibilidades de pasar las duras pruebas, para aprobar el ingreso al digno Cuerpo. ¿Por qué este cambio ha desatado la hilaridad de los miembros masculinos llegando a colgar un vídeo de un nadador que en los Juegos Olímpicos de Sidney llegó el último? Quizás los últimos sean los primeros en llegar a sofocar el edificio al que devoran las llamas, al que los miembros tardan tanto en llegar.
Hay algo que me tiene más confundido que ver a Dinio, exnovio de Marujita Díaz, vestido de nazareno en la procesión de la Semana Santa sevillana. ¿Quién es la víctima y quién es el verdugo?. Por lo general, el que maneja el látigo no es consciente del dolor que causa hasta que el que recibe los azotes se lo quita de las manos y se intercambian los papeles, ahora el que recibe da. Eduardo Inda, de profesión periodista incisivo, es, además, uno de los elegidos retratado en el Tramabús. El polémico autobús que Podemos ha puesto en circulación, ha encendido la ira de Inda contra Pablo Iglesias "Analfabeto..., si me pasa algo, si a mí me parten la cara por la calle, el responsable serás tú", declara el erudito periodista, acusado de pertenecer a una trama mafiosa que es responsable de las políticas de recorte que hace que mucha gente sufra.
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