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Extranjerismos e incorrecciones

31 de Agosto del 2017 - José Antonio GUTIÉRREZ GLEZ. (Piedras Blancas)

Siempre se ha dicho que no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos. Un ejemplo de ello podría ser nuestro propio idioma. Los españoles hablamos una de las lenguas más preponderantes del mundo, la segunda usada para comunicaciones internacionales y es lengua oficial en 22 países. Además, por fortuna, el español es también uno de los idiomas más hablados en las redes sociales junto a su uso en sistemas de mensajería instantánea, aunque por desgracia ha desembocado en un mal uso del mismo.

Al diccionario de la Real Academia Española lo han convertido en una especie de documento notarial que refleja, como si hiciera falta, lo mal que puede hablarse el castellano en España. Se argumenta que el idioma como la sociedad, también evoluciona. Totalmente de acuerdo en ello, pero parece olvidarse que también puede degenerar y, de hecho, lo está haciendo de una forma alarmante.

La RAE lo mismo despoja de acento a las palabras "frio" y "guión", que se lo quita a los pronombres demostrativos o al adverbio "sólo". Por tanto, se impone la pregunta de si la incorrección es el camino para la corrección.

Entretanto, cada cierto tiempo la piel de toro de esta España vacacional se vuelve tan fina como el papel de fumar y se ofende y se mosquea por los nuevos términos que se incluyen en el DRAE. Las polémicas por acepciones que molestan a muchos, como pueden ser almóndiga, madalena, toballa, conceto, otubre, culamen (sí, María Jesús, bien digo y repito, culamen) y algunos otros, son usos aceptados recientemente por la Real Academia. No está, en cambio, ni se la espera la "cocreta.

Desde que la Academia se bajó al barro y homologó el castellano de "chigre", escribir columnas nunca fue tan sencillo. Basta con teclear sin miramientos para construir un texto impecable. Y con la venia de Muñoz Molina, Pérez-Reverte y otros muchos más académicos del verbo poderoso que alimentan nuestro diccionario con el habla de la calle, va "p'alante". Cuestión de almóndigas, con m.

Últimamente, la RAE ha claudicado también ante los usos del idioma en la calle y tolerará "iros", formado con el infinitivo del verbo ir, en lugar del "idos", que es el imperativo correcto. El problema es que la construcción del imperativo con el infinitivo de los verbos es cada vez más frecuente: "correr para el cole" en vez de "corred para el cole", "traerme tabaco", en lugar de "traedme tabaco", "marcharos" en vez de "marchaos"... Así que probablemente la RAE, al admitir este uso popular, aunque no quiera, tendrá que seguir abriendo la mano a muchos otros. La noticia que iba a ser de otoño, se ha convertido en "serpiente de verano".

Reaccionamos mal cuando la Academia acepta palabras vulgares de uso común porque no nos gusta que el espejo nos llame garrulos. La RAE alega que su diccionario no autoriza el uso de las palabras, que no son ellos los que las perpetran, solo son notarios tardíos del uso común. Está bien que la institución quiera vivir en perpetuo "aggiornamento", que conciba la lengua como patrimonio de los hablantes y demás, pero parece que el "limpia, fija y da esplendor" ha dado paso al "todo es igual, nada es mejor" del conocido tango: como todos maltratan el idioma, normalicemos la agresión.

Para finalizar, el español es una lengua milenaria, parte de nuestra cultura y herencia de nuestros ancestros, por ello, con un poco de cuidado y dedicación primordial lograremos preservarla. Así esperamos que suceda. De verdad.

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