Volver en vino
No es nuevo que los poetas o bardos argentinos expresen el deseo de que sus cuerpos vuelvan a la vida, se eternicen, a través del mundo vegetal. Así lo expresan las poetisas argentinas y, notoriamente, Juana de Ibarbourou, en su poema “Carne inmortal”... “a veces cuando pienso / que bajo de la tierra he de volverme / abono de raíces / savia que subirá por tallos frescos... el ramaje de un cedro / las pajuelas de un nido / la tierra de algún surco...”, o en “Vida-garfio”: “Amante no me lleves si muero al camposanto... a flor de tierra, amante, abre mi fosa, más breve será el tránsito, la lucha de mi carne por volver hacia arriba, por sentir en sus átomos, la frescura del viento”. Pero es en la canción de Horacio Guaraní, “Volver en vino”, donde la vía vegetal da paso a un volver a la vida a través de seres humanos: “...y que si muero algún día, entiérrenme en el Mendoza, en San Juan, allá en La Rioja, o en Cafayate la hermosa, que en vino habré de volver, y cuando lloren las viñas, para que rían los hombres, he de volver en las copas, y habré de mojar las bocas, de mis viejos compañeros, o tal vez de la que quiero y no me pudo querer...”.
De los territorios vitivinícolas de la cordillera argentina, fronteros con Chile y citados por Guaraní –además de Salta, que, si se lo saltó, debió de ser porque no encontró un buen rimado– es Mendoza, con gran diferencia, el mayor productor del buen vino del país. Es un terreno tan seco que la vid necesita el riego desde los embalses fluviales del Mendoza y de otros grandes ríos, que el declive montuoso y el deshielo estival de los Andes hacen posibles.
La capital Mendoza, fundada en 1561 por orden del gobernador de Chile, Hurtado de Mendoza, tiene raigambre española y mestizaje cultural. Además de la avenida de España, el panel de mosaicos coloristas de la plaza de España es un canto a la hispanidad, tanto por sus emotivas leyendas como por sus imágenes, presididas por la fundación de la ciudad, y flanqueadas por otras indígenas, mestizas, o literarias, como la figura del gaucho Martín Fierro y sus hijos, por un lado, y la de Alonso Quijano el Bueno, por el otro.
José María Izquierdo Ruiz
Oviedo
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo