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Por fin alguien defiende al paisano

4 de Septiembre del 2017 - José Viñas García (Oviedo)

La columna del lector

Por fin alguien defiende al paisano

José Viñas García, Oviedo

Señor Lastra, consejero de Medio Ambiente, me deja perplejo, jamás pensé que usted pondría en su sitio a esta serie de personas "ociosas" a más no poder.

Incluso están dispuestos no solo discutirle que esté apoyando a las gentes de los pueblos, trabajadores afanados día y noche, que ven cómo estas fieras les destrozan su ganado, cosecha y fincas; sino que, amenazan con denunciar a quien pegue tiros contra algún lobito de los muchos que sobran. ¿Qué curiosa es la vida? ¿Cuánto se tiene que aguantar? La vida de un lobo es sagrada para ellos, la de los indefensos animalitos que matan y desgarran cada noche ¡no! Son defensores de lo mío, de lo que les da protagonismo y rentabilidad ¿en qué otra faceta podrían destacar? Cuando son capaces de anteponer las fieras a las familias, sin importales el incordio, las pérdidas económicas y el peligro que están corriendo, porque alguien, para pasear a sus retoños con prismáticos los domingos para ver ositos, defiende la masificación de fieras salvajes.

Es la historia interminable de la hipocresía humana: son capaces de hundir si fuera preciso a padres de familia que defienden los suyo, sin importarles las cabezas de ganado doméstico que pierden, las dificultades de sacar adelante el pan de sus hijos porqué los lobos, jabalíes y ositos se los apropian para ellos... por defender (no a estas fieras) sino su propio interés. Les va en ello el protagonismo que el Gobierno y todas las administraciones dieron a estos cuatro ecologistas, animalistas y defensores de pandereta. ¿Cómo se les puede tener en cuenta? Toda la fauna y flora le pertenece a la administración preservarla, y a los verdaderos dueños, mantenerla (como siempre hacían hasta llegar estos intrusos) en condiciones para desarrollar su actividad, respetando el ecosistema y las zonas protegidas de interés general. Si les dejamos, harán selva desde el monte al mar.

Desde siempre existieron estas fieras salvajes conviviendo con las gentes del lugar, todo funcionaba, se respetaban mutuamente, el lobo y el jabalí estaban, pero no se les veía, temían y sabían su lugar en los montes ¡ahora no! Incluso añaden otro problemón: el oso. Al existir manadas de lobos en una proporción anormal para los diminutos parajes de esta pequeña comunidad, hacen descender al jabalí (una de sus comidas) a los pueblos y ciudades, lo cual jodidos todos; lo peor, no es que el lobo se coma los animalitos domésticos, es que su voracidad le hace matar por matar al mayor número posible. Mientras, el jabalí destrozando cosechas y pastos. ¿Qué decir del oso? Veremos señores ecologistas y animalistas ¿Quién de ustedes se hará responsable de víctimas humanas por meternos este bicho con zarpas y dientes capaces de comerse un niño de un bocado o de un guantazo destrozar la puerta de una vivienda y matar a cuantos estén dentro?. ¿Quien dirá, yo me hago cargo de todos los gastos civiles y penales cuando un jabalí de esos muchos que atraviesan nuestras autovías, provoque muertes o accidentes graves?

Señor Lastra ¡bien por usted! Esperemos ver hasta dónde llega. Son cuatro señoritos que desde el chalet de su urbanización viendo un día los documentales de la 2 se hicieron amantes de octavo arte: Fastidiar a los vecinos de los pueblos. ¿Por qué no llevan sus lobos y osos a su parcela privada, si es que tanto los aman? ¡Eso no! Mejor que molesten a los demás.

La administración es la culpable, les dio cancha para ser ellos, los que gestionen y se adueñen de sendas, senderos, caminos, pistas, carreteras, fincas, matas, montes, prados, majadas, brañas, mayaos, etc. Con todo lo que implica dentro de estas extensiones, sin mostrar señal alguna de querer dialogar y respeto para con los verdaderos dueños: Los vecinos y usuarios del lugar.

Uno es ser defensor del ecosistema y otro alterarlo de tal forma que se haga imposible la vida humana en él, más ahora en tiempos de crisis, que muchos jóvenes sin futuro tendrán que regresar a la actividad de sus abuelos sin que ustedes se adueñen de la herencia que les pertenece. Respeten al menos las propiedades, o pretenden expropiarles suavecito, sin que se enteren, y hacer de Asturias entera un parque natural protegido para que sus bichitos se paseen sin problemas, y ustedes se disfracen con traje de camuflaje y prismáticos al hombro.

Se necesita sensatez, de una vez por todas hacer un estudio de lo que Asturias puede albergar en cuestión de fauna salvaje sin que las familias teman por sus vidas y propiedades.

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