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Aprovechar la experiencia

2 de Septiembre del 2017 - Luis Carlos Méndez Fernández (Tapia de Casariego)

Hoy siento la necesidad de comunicar, de hablar, de decir, de escribir; tengo ganas de contar algo de lo mucho que acontece o nos rodea, pero no sé exactamente el qué, ni a quién dirigirme, ni tan siquiera sé por dónde empezar.

En multitud de ocasiones parece como si lo que resultara más lógico se convierte en lo más difícil o menos comprensible para la generalidad, como si lo natural no sea lo más usual.

Algo falla en esta sociedad, parece como si ésta se instalara o anclara en la cultura del pillaje, del listillo de turno, donde los intereses generales no están suficientemente protegidos por quien corresponde, donde muchos agentes económicos, sociales y ciertos dirigentes no hacen correctamente los deberes o hacen dejación de sus funciones, fomentando un caldo de cultivo nada idóneo para cubrir las expectativas que demanda la sociedad.

Alguna vez, incluso más bien al contrario, generan crispación utilizando ciertos recovecos o interpretaciones interesadas, con la inestimable desidia de ciertas instituciones y aun hasta con su apoyo. Utilizan lo público en beneficio propio o el de algún amigo, del que quizás en el futuro esperan obtener alguna contraprestación (puertas giratorias) todo ello de espaldas al resto de la sociedad, sorteando las normas, la ley natural, el sentido común, para alcanzar sus fines, que no son otros más que obtener un mayor beneficio o lucro propio, de espaldas a la sociedad y sin contar los costes que para la misma suponen.

Quizá llevemos demasiado tiempo instalados y acostumbrados a estas incomprensibles actitudes, donde se implantó la pillería, que no la inteligencia, la ocultación y las sombras, que no la luz, la intolerancia, que no la comprensión, donde el casi todo sirve para conseguir ciertos logros, aunque fueran ilícitos o contrarios a la convivencia y el bienestar general, donde la escala de valores desaparece, así como las cualidades morales inherentes al ser humano; aflorando y persistiendo ciertas actitudes, que aunque no debieran ser lógicas, ya se convirtieron en usuales y el devenir de los tiempos nos hizo entrar un poco en esa dinámica, adquiriendo lo irracional cierta normalización, que para nada beneficia a la sociedad, ni a nuestros futuros congéneres, a los que en un futuro próximo les tocará tirar de este carro, cada vez con más tara, que parece que flaquea o lleva las ruedas atascadas por los palos que se les ponen en ellas.

Sí, ahora recuerdo algo de lo que tenía en mente, lo que necesitaba transmitir: hay personas que, bien por su edad u otras circunstancias, pasan a la situación de jubilación, pero ellas en realidad no se sienten así; siempre tuvieron un alto grado de compromiso, fueron voluntarios, activos colaboradores sociales y lo seguirán siendo el resto de sus vidas, pues ellos tienen un gran sentido de la responsabilidad, la solidaridad, la honestidad y no flaquearán en ello. Aprovechémosles, pues ellos aún tienen mucho que dar y decir a la sociedad. Además así se seguirán sintiendo útiles y muy necesarios. Algunos constituyen un gran referente a seguir, en una comunidad a veces escasa de valores. Ellos lo ofrecen todo por nada a cambio, simplemente reconfortados por esa sensación del deber cumplido, que incluso en algunos casos les llevó a arriesgar sus propias vidas.

Realmente creo que son una parte muy necesaria de la sociedad, de la que no podemos ni debemos prescindir; su trabajo y experiencia pueden cumplir un papel importantísimo en la actualidad.

En este sentido, el mayor agradecimiento a todas esas personas, por su ejemplaridad, por enseñarnos el camino a seguir, por su digna trayectoria a lo largo de sus vidas. Muchas gracias a todos.

Finalmente, quería tener un recuerdo muy especial para el tapiego “Toño del Moderno”, recientemente jubilado. Particularmente le quiero transmitir mi mayor reconocimiento por sus infinitas labores solidarias, quizá desconocidas para algunos, no para otros, pues de forma altruista, con gran sencillez y humildad, siempre estuvo ahí y merece el mayor de los reconocimientos.

Un fuerte abrazo y a seguir en la brecha.

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