Copiones

9 de Septiembre del 2017 - José Viñas García (Oviedo)

Cualquiera puede acudir a libros, Internet y hemerotecas, para apropiarse de un temario, de una historia, de un pasaje, contar un relato o la vida de cualquier personaje con historia, y si lo acompañamos de tópicos y frases hechas, todo estaría muy bien conformado, nuestras teorías nadie no las puede rebatir, es más, suelen ser historias con un sabor recordatorio grato; pero el producto que ponemos sobre el papel ya está cocinado anteriormente y no podemos darlo a catar como producto propio. Menos, pensar que los demás no saben de dónde sale nuestra capacidad de conocimiento, reminiscencia, para rememorar fechas exactas, lugares y personas (todo está escrito con anterioridad) lo cual si está registrado, nuestro reportaje es un simple reproduzco sin más.

Para otra vez, mejor, si queremos alabar a tal sujeto en cuestión y contar batallitas... sugerir la dirección exacta de donde podemos informarnos (bueno, no hace falta, la dirección la tienen todos: Wikipedia) sin que usted vuelva a soltarnos ese rollo ya resabido.

Podemos recurrir a datos y cifras para plantear un tema sin meter demasiado la pata, pero si hablamos de él, al menos tendremos que mostrar algo de cosecha propia, de lo contrario, no sé dónde sacan el mérito a esa inquietud que les hizo escribir sobre el tema en cuestión. Ejemplos tenemos a diario, especialistas en contarnos historias pasadas, reales, mitológicas, curiosas y no tanto, pero que al ser personajes que fueron, historias que otros contaron y mejor, no sé dónde está la necesidad de ser recuenta cuentos.

No sé si me explico, pero hablarnos del cura de antaño, de un lugar cualquiera; contarnos las guerras, pericias y noticias que todos podemos comprobar que son entresacadas de copia y pego. Explicarnos en un rollo macabeo copión, que es la envidia, la humildad, el alago, la mentira, el saber, la gloria o la desesperación... es muy sencillo para mente tan perfecta. Nada de mérito propio. Quien hace de consejero y define lo evidente, debiera explicarnos algo más de sus imperfecciones, en vez de desarrollar lo desarrollado en cuestión de pecados capitales o miserias que pudieran afectar a los demás. Las teorías están muy bien, pero cómo dice aquel, "la verdad además de decirla, hay que hacerla" Definir la verdad, siendo un copión, es simplemente una discordancia y una decepción.

No va en contra de nadie en especial, son muchos (a veces yo) los que usan esta plataforma para afilar lápices con punta, me gustaría mucho verlos darle escritura a algo más romo.

No se me enfaden, suelen ser buenos y cultivados, los más dinámicos y con capacidad para desarrollar temas propios, opiniones personales que seguro mejorarían todos esos relatos cargados de resabio y demasiado adobados. Prefiero erratas, imperfecciones en todo, pero que la historia siendo real o ficticia, sea contada con principios e inquietudes diferentes.

Si desplegamos un folio, desarrollando que es la verdad o la mentira, el saber o la ignorancia, la humildad, la envidia, lo excelente que fue aquel cura, médico o empresario del carbón de hace 100 años; también pueden hacerlo sobre sí mismos, pero eso, sería contar nuestras miserias, pecados, carencias, imprudencias, defectos, enfermedades, prejuicios, formas y maneras que, por eso nos sale mejor resaltar y contar las bonanzas de otros, héroes del pasado, o las crueldades que a diario nos dispensa la vida y la información. Cuando ustedes, con esa capacidad intrínseca, podrían criticar, denunciar, contar, desarrollar o inventar héroes y sinvergüenzas anónimos y no tan anónimos, que seguro existen y están.

Por eso me gusta Revilla, dice que sus últimos años los dedicará a defender la verdad, a los más débiles y denunciar sin miedos a los golfos. Ya que: alabar lo alabado, definir lo definido o contar lo contado, sin la más mínima variedad, no conduce a nada.

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