Langreo pierde una gran referencia cultural

Langreo acaba de perder a uno de sus más destacados gestores culturales del último medio siglo del asociacionismo y del voluntariado, altruistas. Y lo escribo con absoluta objetividad, teniendo en cuenta que Langreo -y muy especialmente La Felguera- han contado con unos magníficos gestores culturales en sus principales asociaciones, tales como Sdad. de Festejos y Cultura San Pedro; Ateneo Casino; Antiguos Alumnos de La Salle; Asociación Maestros Industriales; Fundación Marino Gutiérrez; Amigos del Deporte; Orquesta Langreana de Plectro; Corales Mtro. Lozano y otras, etc. etc.

En mi opinión, si bien todos (sin excepción) estos magníficos gestores, dejaron constancia indudable de su valía llevando a sus entidades a las mejores cotas y niveles de entre las de sus especialidades, Andrés Avelino Pañeda Carbajal fue, en mi opinión, el más generoso y solidario de tan elogioso conjunto de hombres felguerinos. Y lo manifiesto objetivamente, mencionando un hecho en el que nadie pudo o quiso igualarle: el de la solidaridad con otras asociaciones. Cuando Pañeda presidía la Asociación de Antiguos Alumnos de La Salle logró poner en funcionamiento, con todos los requisitos legales, una lotería “noventina” y que, por carecer en La Felguera de la competencia de otras salas de juego, tipo bingo, le permitía a su asociación recaudar importantes beneficios. Pues bien, en vez de dedicar todos estos frutos económicos a organizar grandes eventos con los cuales lucirse personalmente y enaltecer su buen hacer, tuvo la generosidad de repartir tales beneficios con otras asociaciones locales que escaseaban de recursos económicos para poder llevar a efecto sus propias actividades. Que yo conozca, ninguna de las beneficiadas tuvo la altura moral para posteriormente reconocerle públicamente tan espléndida generosidad. Incluso alguna de sus más queridas asociaciones le dio la espalda cuando le demandaba apoyo para la cesión de algunos metros de los que a ella le sobraban, para “refugiar” a una entidad que buscaba desesperadamente espacio para desarrollar sus actividades. Y otra le dio de baja de la sociedad sin siquiera solicitar su opinión de contraste sobre el motivo.

Andrés Avelino Pañeda Carbajal fue un hombre directo, defendiendo con vehemencia sus principios y valores; tanto los heredados como los por el mismo cultivados en su vida laboral y de entrega a los demás. La defensa de esos valores la hacía con la firmeza que merecían y con el coraje que él tenía para hacerlo discrepando de las injusticias. Yo siempre le he envidiado esa valentía. Pañeda era una persona con muchas cualidades sociales para sus relaciones con el prójimo. En el grupo en que estuviera de tertulia Pañeda, no faltaba la alegría, la variedad temática en el desarrollo de la charla, porque él era muy leído e instruido, con una memoria prodigiosa. Su prodigiosa memoria servía para hacer trabajar las nuestras. En torno a él siempre repasábamos las lecciones de historia que ya habíamos olvidado. Trabajador incansable; amigo de sus amigos entregándose a una amistad sin límites; amante de su familia cuyos problemas vivía a un nivel excelso; profesional competente en todas sus funciones laborales, desarrolladas en diversas empresas y actividades. Una persona reflexiva, pero firme en sus creencias; con ingenio para proponer innovaciones en el mundo asociativo, del que llevaba actualmente una larga temporada en pausa, para poder volcarse en las atenciones que le requería su nieto. Siempre honesto y generoso, entregado a tope a sus responsabilidades de cada momento, presidió con acierto entre otras asociaciones la de Maestros Industriales; AA.AA. de La Salle; Coral Maestro Lozano; y Delegado de Juventudes. Fue directivo de apoyo y lealtad inquebrantable en muchos grupos culturales y sociales; fue cofundador y primer Presidente del Círculo Aeronáutico; creador de la Schola Cantorum Virgen del Carbayu, etc. etc.

Pañeda se fue, inesperadamente, cuando él mismo y sus amigos que estábamos al tanto, confiábamos en que saldría victorioso de la cirugía a que iba a ser sometido; que se sabía era muy complicada, pero que su fortaleza física y voluntad de vivir para su familia, teníamos fe en que le harían despertar de la intervención para una rápida recuperación. La cosa no salió como todos esperábamos y deseábamos y tras una larga agonía quedamos los felguerinos y langreanos huérfanos de un gran amigo.

Pañeda se ha ido de este mundo desnudo de algunos reconocimientos que mereció recibir con los máximos honores, tales como Medalla al mérito en el Trabajo o Hijo adoptivo de Langreo (él había nacido en Noreña, debido a la movilidad de su padre, ferroviario), o los emblemas de oro de algunas de aquellas entidades a las que tanto ayudó e incluso dirigió.

Vayan nuestras más afectuosas condolencias a su esposa, hijos, hermano y nieto.

Descanse en paz, el querido “hermano”, amigo y camarada, Andrés Pañeda, felguerino ejemplar.