Sobre la superación de los enfrentamientos en IU

La resolución del consejo político federal de Izquierda Unida (IU, en adelante) del sábado 16 de enero de 2010 «considera prescritas todas las sanciones y anulados los expedientes, relativos a conflictos internos declarados (…) si éstos se hubieran producido antes de la celebración de la 9.ª asamblea federal» (diciembre de 2008) y establece la no aplicación de esta anulación, literalmente, a «aquellas personas que desde la afiliación de IU hayan concurrido en candidaturas distintas a IU (…) en competencia con las legalizadas por IU» (subrayado mío). En dicha asamblea se cerró el nefasto período de dirección liderado por Gaspar Llamazares y seguido a pies juntillas en Asturias por su fiel servidor Jesús Iglesias. En la práctica, la política de Llamazares e Iglesias es la de apoyar al PSOE cuando lo necesita a cambio de pequeñas concesiones. En su lugar, la dirección actual, liderada por el Partido Comunista (PC) y encabezada por Cayo Lara, pretende refundar IU como un lugar de convergencia política de todo lo que se mueve en la sociedad en contra de este sistema actualmente en crisis. Sin embargo, al no ser la mayoría actual suficientemente hegemónica para limpiar la casa y al caracterizarse la política del PC para IU, pese a la leyenda negra, por el consenso y la democracia interna, los restos de la vieja estrategia de IU siguen intentando que ésta no cambie y, en el caso concreto de Asturias, se dedican, en lo externo, al entreguismo que les ha llevado al Gobierno autonómico y, en lo interno, al sectarismo que les ha llevado a eliminar al sector más combativo de IU. La resolución es una oportunidad para demostrar altura de miras, reconocimiento de errores por todas las partes y generosidad para no entorpecer el proceso imparable de la recuperación del espacio combativo de la izquierda. Las declaraciones realizadas por Iglesias con respecto a la exclusión de amplios sectores del PC de ese reingreso demuestran que está fuera de ese proceso ilusionante de refundación de la izquierda.

La notable excepción de esta «amnistía» o prescripción de sanciones se realiza pensando en los casos en los que militantes de IU, habiendo podido presentarse en IU, han optado por confrontar contra IU en unas elecciones. Por ejemplo, en Valencia, donde los seguidores de la línea política de Gaspar y Jesús Iglesias, siendo miembros de IU, prefirieron presentar otra lista al Parlamento en las elecciones generales de marzo de 2008, distinta de la de IU porque en ésta no consiguieron el apoyo suficiente para ocupar el puesto de salida (IU tenía una diputada por Valencia).

Pero en Oviedo, el proceso fue distinto, porque en Valencia los disidentes no habían sido expulsados de IU, por más que Jesús Iglesias se empeñe en repetir la misma mentira cada vez que se refiere al caso. En Oviedo, la lista de IU encabezada por Roberto Sánchez Ramos (Rivi) y Celso Miranda, de la que el que suscribe y muchos otros formábamos parte, fue anulada, de hecho, en un golpe de Estado unilateral, injustificado y prepotente, y todos los órganos, incluida la propia asamblea de base, es decir, el conjunto de los militantes, fueron suspendidos. Izquierda Xunida d’Asturies (IX, en adelante), habiendo sido eliminado un número de casi medio millar de adscritos y adscritas, presentó una lista que no obtuvo representantes en el Consistorio ovetense. Mientras tanto, Rivi, ya fuera de IU, se presentó en una candidatura plural (ASCIZ) conformada por algunos miembros expulsados de IU (pero no todas las víctimas de la purga perpetrada por IX) y otros muchos ciudadanos y ciudadanas por la izquierda. Y los ovetenses respaldaron esta actuación con más de 7.000 votos. El golpe, sin embargo, impidió por muy poco que el equipo se reforzara con el trabajo encomiable de Celso Miranda, que quedó fuera. Y aquí viene lo bueno. Los seguidores de Gaspar no votaron la resolución en Madrid porque iba en contra de sus correligionarios valencianos, pero Jesús Iglesias se apresuró a decir que permitía mantener fuera a «los de Paco de Asís y da por zanjada la crisis» (por cierto: que esta crisis no la puede zanjar ahora, porque ya la zanjó por lo menos tres veces antes). Pero lo cierto es que la resolución exige la readmisión en sus derechos a la participación a más de 500 militantes del PC de Oviedo y de otras localidades, porque si no estábamos en IU, como se harta de repetir Jesús Iglesias, no pudimos confrontar desde IU con IU. Pero es que, además, la mayor parte de la militancia anulada por Jesús Iglesias no participó en la lista municipal de ASCIZ, incluyendo a Francisco de Asís o Francisco Erice o tantos y tantos militantes que osamos interponernos en el camino de Jesús Iglesias y sus secuaces hacia el palacio del Conde Toreno (por cierto, uno de ellos que tampoco iba en lista alguna, el tristemente fallecido y querido camarada José María Laso Prieto).

El fondo del asunto es la gran política y no el politiqueo el que se mueve cotidianamente Jesús Iglesias; el fondo del asunto es la lucha de clases y no la de frases como dice mi amigo Rivi. Jesús Iglesias (a quien nadie ha conocido en un piquete, ni en una asamblea de vecinos o de trabajadores) está interesado en que no exista una izquierda organizada con presencia institucional en Asturias. Sus intereses no son los de una IU antisistema, que explique a los ciudadanos que lo que ha fallado es el capitalismo, que luche para que el hormigón no se coma sus casas y sus equipamientos vecinales. Lo que está en juego no es el orgullo de participar o no en unas siglas, sino la posibilidad de aunar esfuerzos a favor de una izquierda combativa que abra espacios para la ciudadanía, el republicanismo, el laicismo, la separación efectiva de poderes y el reparto igualitario de la riqueza. Lo que está en juego es la existencia de una forma revolucionaria de entender la política.