Reflexiones de un hombre sabio
Hacia el año 2009, Mario Benedetti, el exiliado escritor y activista político uruguayo, asistió como ponente a un curso en “El Escorial” para celebrar la concesión del premio Nobel al mexicano Juan Rulfo por su novela "Pedro Páramo" y por sus 17 cuentos de “El llano en llamas”, parte de ellos de gran calidad pero monotemáticos: violencia, rencor, miseria, polvo, muerte y desolación; es justo que elogiara a Rulfo, pues para eso era el homenaje, pero se excedió al añadir que Rulfo era el mejor cuentista hispano-americano, sin acordarse Benedetti de su compatriota Horacio Quiroga, con su amplia y variada producción de cuentos y relatos, del más alto valor literario.
Por otra parte, hace tiempo se difundió por internet un texto de Benedetti con el título de la precedente cabecera, con 19 consejos de vida, ocho de los cuales recoge el artículo de Carmen Pérez Novo “Mayores de 60 años (II)” publicado en “LA NUEVA ESPAÑA” del 28 de agosto. Una semana antes la articulista ya había publicado “Mayores de 60 años (I)”, también sobre tales “sabias reflexiones de Mario Benedetti para todas las personas, hombres y mujeres que han sobrepasado los 60 años”, con expresiones similares a las de su segundo artículo: “Use el dinero que ahorró durante toda su vida. Gástelo para usted mismo. Deje de preocuparse por la situación financiera de sus hijos y nietos. Ya no es época de sostener a nadie de su familia, sea un poco egoísta”...
Benedetti falleció en 2009 e ignoró cuál era la situación económica y social del momento y del país cuando concibió tales peregrinas y poco sociales ideas, máxime aplicadas a descendientes directos. Como Benedetti no tuvo hijos y su esposa falleció tres años antes que él, hay que entender que “consejos vendo, que para mí no los quiero”.
Hoy día, el antiguo proletariado –padres que vivían a costa de los hijos– se está convirtiendo en lo que podría llamarse “pensionado”, es decir descendientes que malviven de la pensión de los padres. Pero incluso si, como Benedetti, los viejos no tienen descendencia, con los actuales gastos corrientes al alza y con las pensiones congeladas, es decir devaluadas, es insensato que, de no ser ricos, se gasten alegremente sus ahorros. Además han de tener en cuenta que hoy un sexagenario puede vivir veinte o más años, cuando la pensión no le cubrirá el pago de fármacos, energía, IBI o alquiler del piso, ni la residencia de ancianos, ni el mismo entierro.
José María Izquierdo Ruiz
Oviedo
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