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Los que siguieron al Marqués de Comillas

10 de Septiembre del 2017 - Ricardo Luis Arias (Aller)

Fueron los primeros después de su fallecimiento (el 18 de abril de 1925), Jorge Satrústegui y Santiago López y Díaz de Quijano, siendo este último el mejor continuador de la obra social y humanitaria del marqués, del que era pariente. Con la misma bondad que él, don Santiago siguió llevando, manteniendo y dirigiendo cuanto el marqués de Comillas creó y realizó en toda partes, sobre todo en Asturias, en el coto minero de Aller y Mieres, que llevó también de una manera muy personal desde Comillas. Don Jorge Satrústegui, como gerente, fue igualmente fiel a la línea marcada por el marqués, siendo fusilado en 1936, en San Sebastián, en donde se encontraba veraneando. Otro buen continuador del marqués de Comillas, del que era también pariente, fue Antonio López, conocido como “el marquesito” en Ujo, donde pasó largas temporadas para llevar y controlar la buena marcha de la empresa Sociedad Hullera Española, Minas de Aller. Al igual que Satrústegui, encontró la muerte en nuestra guerra fratricida, pero en este caso como piloto en un combate aéreo. El pozo minero de Moreda lleva su nombre. Y a uno de los dos pozos de Caborana se le dio el nombre de don Santiago López y Díaz de Quijano.

Los últimos “mandamases” catalanes de la Sociedad Hullera Española, que tal mando ejercían a última hora, en la fase previa al paso y absorción de la empresa por Hunosa, malversaron y liquidaron toda la obra social y humanitaria del marqués de Comillas. Se cerraron todos los colegios y escuelas, capellanías, el Sanatorio de Bustiello, todo desapareció, menos los economatos (estos pasaron también a Hunosa que, por cierto, los acaba de vender a una empresa asturiana, que respeta su nombre, tradición y personal) que, si bien fueron beneficiosos para el trabajador, después resultó un buen negocio para la empresa. Que en sus últimos tiempos, sí, en manos de aquellos “mandamases”, ya nada tenían ni conservaban de la obra del marqués, dilapidada por completo. Con la objetividad que nos caracteriza, y haber conocido todo aquel cambio y sus protagonistas, vamos a recordar a dos de ellos, sin salirnos de la más rigurosa y estricta realidad. Comenzaremos por la Gerencia catalana (desaparecido el marqués, todo el “Estado Mayor” de la empresa minera asturiana pasó a Barcelona -Vía Layetana 3 y 3 bis- en donde tenía también su sede la compañía naviera la Trasatlántica, importantísima, propiedad también del marqués e iniciada por su padre, al parecer, con aquellos tristes fines, lastre muy doloroso para su hijo, que lo llevó siempre como una pesada cruz y tratando de lavar la negra imagen y recuerdo de su progenitor, ejemplarmente, de la manera que estamos exponiendo aquí, sin cargar tintas, de una manera objetiva y sin ánimo alguno de crítica o censura. El tiempo y la historia son los que juzgan nuestro comportamiento en el devenir humano, ya sea en un sentido positivo o negativo.

Los dos últimos mandos, o como se les quiera llamar, que terminaron liquidando la empresa minera del marqués de Comillas y toda su obra social, fueron el gerente catalán, señor Hausman, y el director administrativo, señor Navarro, éste militar y, como tal, llevó su cargo aquí. Vamos, que la empresa y su personal eran para él como un cuartel y sus soldados. Por cierto que, con el grado ya de general de una unidad de caballería, su nombre salió en los medios informativos, con el de otros militares, como posible implicado en el 23-F. Si lo estuvo o no, lo desconocemos. Lo que sí conocemos es cómo él y Hausman, y otros que les precedieron, dejaron exprimida la empresa Hullera Española y así se la largaron a Hunosa, dejando al garete, en una vía muerta, a todo su personal, sobre todo al técnico y administrativo, que quedaron en el furgón de cola en el tren de la empresa nacional. Y en el coto minero de Aller y Mieres, como ya hemos dicho aquí, dejaron escombreras y silicosis. Si el marqués de Comillas levantara la cabeza, seguro que a todos ellos les correría a gorrazos.

De todos los directores que tuvo la Hullera Española, comenzando por el primero que fue don Manuel Montaves, es creencia generalizada de que el mejor ha sido don Rafael Belloso, fiel siempre a la línea social y humanitaria marcada por el marqués de Comillas (la Universidad y Seminario de Comillas, también fueron obras suyas), y que llegó a tener una buena relación y trato con Manuel Llaneza, como aquí veremos en otra ocasión. Y si algo no es así o ha sido omitido, téngase en cuenta y considérese que cuanto hemos venido relatando ha salido del “archivo mental” de quien lo recuerda, escribe y firma.

Ricardo Luis Arias

Aller

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