El incendio
Lo ocurrido el pasado día 6 de septiembre en el Parlament de Cataluña, ocurra lo que ocurra después del 1 de Octubre, pasará a los anales de la Historia de España por la insensatez, el atropello a la democracia y por su claro alejamiento de los usos y costumbres de los países miembros de la UE para dirimir los problemas políticos. Sólo hacía falta que los diputados/as llegaran a las manos para completar el esperpento y que nos colocáramos en el "selecto club" de las repúblicas bananeras.
Tengo claro que, quien más poder tiene es a quien le corresponde más responsabilidad a la hora de proponer fórmulas para resolver los conflictos políticos. Fueron los gobiernos centrales (sea PP o PSOE) quienes debieron liderar las iniciativas para resolver el encaje de Cataluña en España, cuando el independentismo no superaba el 20% de votantes y lo han dejado crecer hasta llegar a donde hemos llegado. En ese plano, toda su responsabilidad.
Pero, ya no estamos en ese momento. Quienes se afanan en estos días (buscando la equidistancia) en lanzar discursos con "propuestas" alternativas de diálogo para "desactivar" la deriva independentista o son unos cínicos o unos insensatos. El mal ya está hecho. Ya no hay marcha atrás en la hoja de ruta marcada por Junts pel Si/CUP, saben que el referéndum no se va a celebrar, (al menos con las garantías que le son exigibles en las democracias consolidadas), pero lo que realmente les importa es la rentabilidad política que el discurso victimista les va a reportar a partir del día 2 de Octubre, ensanchando su base electoral, a costa de fracturar a la sociedad catalana donde se han instalado ya la "españofobia" y cuya respuesta en el resto de España hacia Cataluña no hace falta que la mencione.
Comentaba Josep Borrell, que hace unos meses, al salir de un debate con Oriol Junqueras (debate que por cierto, se convirtió en viral en las redes sociales por el ridículo que hizo Junqueras ante su incapacidad para contrarrestar las falsedades que denunciaba Borrell del discurso independentista) éste le manifestó: "Aunque España fuera el país más democrático del mundo, con el mejor estado de bienestar y se respirara libertad por todos los poros, nosotros no queremos ser españoles". Claro y en botella ¿no?. Este es el problema. Todo está diseñado sobre ese objetivo y eso es lo que ha permitido el esperpento vivido el día 6, donde se ha dinamitado no sólo el marco constitucional sino las propias leyes catalanas, empezando por el Estatut y terminando por las normas y reglamentos de funcionamiento del Parlament. La señora Forcadell, presidenta de la Cámara, no actúo como tal, sino como la primera activista del independentismo, olvidando su papel moderador e institucional.
Por ello, cuando preguntan a Pablo Iglesias sobre lo ocurrido el día 6 en el Parlament, por el papel jugado por su presidenta, por el escueto pero contundente informe dirigido a la Mesa por el Letrado Mayor y por el Secretario General de la Casa, Xavier Muro, advirtiendo a los honorables de la ilegalidad; una vez más, el secretario general de Podemos arremete contra Rajoy. No señor Iglesias, no hablamos del PP, hablamos del atropello jurídico que la Mesa del Parlament ha cometido, cargándose no sólo los procedimientos sino la misma democracia bajo la lupa de Ana Gabriel, portavoz de la CUP (sonrisa indisimulada incluida), verdadera artífice y muñidora de la "hoja de ruta" del independentismo unilateral. Iglesias es incapaz de entender que ya no estamos en ese tiempo, a partir del día 6 de septiembre.
Tiempo habrá más adelante de pedir responsabilidades al PP y hasta de enjuiciar a Rajoy. Ahora toca: o legitimar los procedimientos autoritarios utilizados en la sesión plenaria del Parlament de Cataluña o denunciarlos por antidemocráticos y apoyar, lo único que procede ante el incendio, que es la aplicación del Estado de Derecho. Desde hoy hasta el día 1 de Octubre, lamentablemente, ya no es tiempo de la política, es tiempo de la justicia. Nunca pensé que llegaría el momento de pronunciar y escribir estas palabras, pero no hacerlo me colocaría del lado de los contemplan el incendio desde la barrera y no apoyando a los bomberos.
Marcelo Noboa Fiallo, Gijón
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