Crónica satírica de un desgobierno
Resulta difícil abstraerse a la actualidad cuando día tras día, una legión de ineptos se esfuerza por demostrar su inutilidad. Me vino a la memoria Quevedo ¡qué lástima que no se encuentre con nosotros! Me gustaría leer sus opiniones respecto a la actualidad de un país en ruina, con una deuda que supera el 100% del PIB, con una tasa de paro inasumible, con sueldos tercermundistas, con una hucha de pensiones vacía, donde contra pronóstico, crece el número de ricos y se extiende cual epidemia el número de personas pobres, en riesgo de exclusión y el de asalariados que no cubren necesidades básicas. El origen de todo esto es muy posible que se encuentre en las decisiones de un pueblo, obsesionado por flagelarse y ridiculizarse hasta el infinito... ¿o no?.
Primer Acto: La bomba. El artilugio está a punto de estallar, la policía envía al cuerpo de artificieros. Al llegar al escenario se encuentran al Sr. Rajoy sentado sobre el artefacto, la bomba asemeja varias piezas de fuet lazadas, el presidente leyendo un diario deportivo, al ser interpelado por uno de los policías, pliega el periódico y con el índice cruzado sobre los labios susurra: "ssshhh... seis años de gobierno y no pasó nada".
Segundo Acto: El milagro. 29 de Agosto, la virgen del Rocío encarnada en Fátima Bañez, da una rueda de prensa para informarnos que llegó la primavera ¿¡!?. El empleo creado es de mejor calidad que el disfrutado por los "mileuristas" años ha ¿¡!?. La recuperación de "Apaña" es sólida, sana y social. Dos días más tarde nos enteramos que en este país, terrenal donde los haya, se destruyeron en un solo día más de 313.000 puestos de trabajo, es decir, se despidieron más de 13.000 personas/hora.
Oremos: para que, a ejemplo de las santas mujeres, sea rica en buenas obras, insigne en la caridad y firme en la esperanza. Roguemos al señor...
Tercer Acto: El truco. Se levanta el telón, en el escenario el Sr. De Guindos tocado con una chistera y una capa, se descubre y pide a sus asistentes que cubran el fondo del escenario, a su espalda, con una gran sábana blanca. Al descubrirla podemos ver varios bancos en ruinas, tras un breve paseo, a un gesto del mago, los asistentes vuelven a cubrirlos. Con un juego de manos, el gran genio del ilusionismo hace salir de sus manos miles y miles de billetes de quinientos euros, sus ayudantes los depositan ante la gran sábana. Los focos que iluminan el escenario bajan en intensidad, tras una explosión pirotécnica, cuando se disipa el humo, vemos a un grupo de personajes vestidos con elegantes trajes, sonrientes y fumándose unos Cohibas. El público aplaude, se ponen en pie hasta que, de repente, se dan cuenta de que están en paños menores; sus relojes, carteras y objetos de valor han desaparecido, y no solo eso, sino que el mago ha desaparecido del escenario y sin posibilidad de recuperar sus pertenencias, les invitan a abandonar la sala.
Cuarto Acto: El pescador. Aquel hombre pequeño narraba sus vivencias en alta mar a un público infantil. Su historia asemejaba la del capitán Acab, el gran obsesionado por dar caza al gran cetáceo. Argumenta su talento como estratega para darle caza hasta que su esposa, con una colleja, le despierta de sus ensoñaciones y le recuerda el día que llegó a casa con aquel ridículo impermeable amarillo, con una caña de pescar de bambú, de cuyo anzuelo pende una trucha de 5 cm. Escoltándole vienen dos agentes del Seprona, que mostrando la multa por pescar "pececitos" sin la pertinente licencia, les invitan a pagar la sanción con premura.
Antes de terminar, pido disculpas a los admiradores de tan ilustre escritor, pero la realidad me muestra: "Érase una nación, a una mentira pegada, érase una mentira superlativa, érase una mentira reiterativa y de ocultación, érase un besugo muy barbado".
Alejandro González Lada, Urbiés (Mieres)
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