Nos faltas tú
(A Julio César Díaz Sánchez)
¡Cómo me gustaría que lo hubieses visto, Julio! ¡Cómo me gustaría! Ahora que las parejas empiezan a salir por Facebook y se dejan por whatsapp, ahora que todo se dice por las redes sociales y nada a la cara, tuviste que morirte tú para demostrar que todo eso es falso, que no tiene valor, que ahí no tienen cabida los sentimientos ni las emociones. Tuviste que irte para siempre para dejar constancia de que cuando se es querido y valorado, la gente da la cara.
Yo, que aún no puedo creerme que te has ido, te veía ahí, a la puerta del tanatorio, fumando la impotencia que la muerte de tío Pepe Luis nos trajo, viendo desfilar a cuantos entonces pudieron acompañarnos, y buscando, como siempre, esa frase aguda e ingeniosa con la que devolvernos una sonrisa.
Te veía ahí, porque necesitaba que vieras cuántas personas desfilaron por el tanatorio, cuántas personas no quisieron dejar en manos de las redes sociales tu último adiós, cuántas fueron a despedirse de ti, a constatar que era cierto que incluso los hombres como tú fallecen.
Te veía ahí, porque quería que alucinases con la cantidad de flores, ¡dos salas, Julio, dos! Dos salas llenas de flores, cómo me gustaría poder imaginarme tu frase ingeniosa, doy vueltas y vueltas, pero sólo tú serás tú, y sólo tú, capaz de formular esas frases que resumían una verdad que todos sabíamos pero no lográbamos condensar.
¿Y la iglesia, Julio? Que la iglesia estuviese llena puede impresionar, e impresiona incluso a los mayores que han visto entierros numerosos, pero que tuvieses a más de diez personas esperando al lado del coche fúnebre para llevarte en hombros a la iglesia, eso dice mucho de ti. Eso dice que dejaste no sólo a una familia destrozada sino también a amigos de verdad, de los que no escurren el bulto, de los que han estado contigo, de los que cuentan... ¿quién, si no tú, podría conseguir algo así? De nuevo quiero pensar cuál sería tu sentenciosa frase y no la encuentro. Se han ido contigo.
La vida te dio lo que no te merecías: una muerte prematura. Tu gente ha querido estar contigo porque tú eras un ser excepcional que sabías hacernos meditar a la par que nos reíamos. Hoy no tenemos ganas de reír, echamos de menos tus frases, echamos de menos todo de ti, te echamos de menos a ti. No te olvidaremos.
Adelia Lobo García, Avilés
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