Qué pena

13 de Septiembre del 2017 - María Isabel Sánchez Agüeria (Gijón)

Cada día me estoy crispando más con esto del referéndum catalán porque cada día oigo más tonterías y a falta de 17 días para el "evento" sospecho que me quedan aún por oír muchas más. Porque ver, creo que ya no puedo ver más desfachateces después de haberme topado con la fotita de Otegui en la Diada. Anda que hay que tener también cuajo. Pero bueno, tampoco me sorprende tanto viniendo de alguien (digo "alguien" porque el término persona le viene muy grande a este individuo) que sólo quiere reventar España por todos los medios posibles, como si de una castaña se tratase.

Cataluña quiere hacer un referéndum ilegal. La Constitución Española no permite que una comunidad autónoma convoque unilateralmente un referéndum de autodeterminación. Quieren hacer un referéndum financiado con mi dinero. Y quieren que los funcionarios y los cuerpos de seguridad del estado español, a los cuales yo también pago, desobedezcan a ese Estado al cual deben obediencia por encima de leyes o intereses autonómicos. Y para rematar la tomadura de pelo pretenden tener una independencia al estilo: "mi hijo se ha ido de casa pero todos los días aparece a la hora de comer, coge su tapper con el cocido y las croquetas recién hechas, deja la ropa sucia para lavar y recoge la del día anterior limpia y planchada y además pone la mano para que le sople 100 euracos que tiene que pagar la luz, el agua y el alquiler de su piso". ¡¡¡Viva la independencia!!! Estoy esperando a ver qué hace el gobierno de España: si coger de la oreja al hijo y encerrarlo en casa o ponerse a cocinar y a hacer la colada. De momento la cosa pinta de quitarle las llaves de casa porque ya han llamado al cerrajero, léase Tribunal Constitucional. Y habrá lío, porque siguiendo con la metáfora familiar, el niño va a patalear y protestar y echar sapos y culebras y romperá algún jarrón en el fragor de la discusión.

A los dirigentes catalanes se les ha ido de la mano el órdago a España. Me parece una falta de responsabilidad política muy grave que el gobierno catalán pretenda arrastrar a toda una autonomía a una situación de ilegalidad consciente. Y cuando digo a toda una autonomía no sólo me estoy refiriendo a su población, sino también a sus empresas, tanto catalanas, como españolas, como internacionales afincadas en Cataluña.

A mí esta situación me produce mucha pena. Yo soy asturiana hasta la médula. Adoro Asturias. Oigo el himno de Asturias y se me erizan los pelos de los brazos, pero es que si además lo oigo estando fuera de Asturias entonces ya empapizo. Será que soy muy ñoña o será que estoy muy orgullosa de mi tierrina. Pero es que me pasa lo mismo con España. Me siento española y estoy orgullosa de serlo, y adoro todas y cada una de las autonomías de España y no quiero que ninguna deje de serlo porque todas juntas forman este gran país y lo hacen grande, aunque algunos se empeñen en menospreciarlo y en romperlo. ¡Qué pena...! Y lo que más pena me da es que repetimos los mismos errores una y otra vez, y hacemos que la historia sea cíclica. Tiene que ser un problema de amnesia porque me niego a creer que podamos ser tan estúpidos.

María Isabel Sánchez Agüeria, Gijón

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