Incierto porvenir de las pensiones
En la actualidad, el pago de las pensiones absorbe cada vez más los recursos. En el conjunto español, el gasto de este año ascendió a 8.790 millones de euros, un 3% más que el ejercicio anterior. No es un fenómeno exclusivo de ninguna comunidad autónoma. Sí se ha frenado el ritmo de incremento, pero sólo por haber reducido el 0,25 por ciento su subida anual y el retraso de la edad de jubilación.
Asimismo, hay un millón de cotizantes menos que antes de la crisis y 1,2 millones de pensionistas más. Los nuevos jubilados cobran una cifra superior porque cotizaron sobre más alta cantidad y, por ello, la hucha de las pensiones puede decirse que está prácticamente vacía.
Así que los jubilados viven con el creciente temor a que ese ingreso, que siempre creyeron garantizado de por vida, no lo esté, o al menos no en la cuantía suficiente para afrontar sus necesidades.
Pobres jubilados, sí, y pobres personas mayores cargadas de necesidades y amenazas con la inseguridad de sus cobros mensuales por pensión.
Casi con lágrimas en los ojos y cargado de razón un señor que con frecuencia compartimos, en un banco del parque, unos minutos de descanso de determinado paseo mañanero. ¿Cómo voy a poder pagar, decía, la contribución, la comunidad, el recibo de la luz, las medicinas, IVA, etc.? Y añadía: con lo que cobro yo al mes... y todavía se comenta que no es seguro de seguir cobrando.
Nosotros, vosotros, ellos y el jubilado del parque me han dado la noche, después del día. Porque, ¿acaso jubilarse, cargado de años de trabajo, conlleva la jubilación de gastos? ¿No es cierto que al día siguiente de la jubilación te reducen la paga a la mitad o menos? ¿Y no es cierto que no te reducen el pago de la luz, los impuestos, los medicamentos, etc.? Un jubilado cuando enciende la luz da igual que esté solo o acompañado, da igual que sea o no pensionista, el contador no respeta y el apartamento que, con muchos esfuerzos, pasó a ser propiedad del matrimonio, sigue pegando la misma contribución para un habitante que para seis.
No, no es justo y confío en que los temores de este señor, así como del gran número del colectivo, no se cumplan porque bastante tienen con sufrir enfermedades, deterioros físicos, soledad y, si acaso, la compra de una mantita para calentarse en invierno.
Siempre he estado al lado de los mayores y, en este caso, los jubilados de hoy son los sufridores de una maldita posguerra que les privó de lo más básico, y que, para casi todos, ha sido una generación perdida que, no obstante trajeron hijos al mundo, y han luchado hasta volver a poner en pie a España.
¡Benditos pues jubilados, abuelos canguros y remanso de paz de hijos parados! Todos ellos merecen nuestro total agradecimiento y compensación económica, a fin de hacerles más fácil una más amplia vida familiar y más llevadera.
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