Materia oscura difícil de comprender
Aunque ya desde la mecánica newtoniana resulté difícil responder a preguntas como ¿qué es masa, energía, tiempo o espacio?, la mecánica newtoniana nos permite ver la existencia de lo que no vemos. El movimiento de las estrellas al borde de las galaxias, o de las galaxias entre sí, exige la existencia de partículas elementales de gran densidad gravitacional: una desconocida materia difícil de ver al no afectarle la radiación, aunque sí la gravedad. La densidad del universo visible es el 4,9% de la realmente existente; la restante es explicada en un 26,8% por la materia oscura y en un 68,3% por la energía oscura expansiva. Esta ignorancia del 95,1% me permite idealizar el modelo del péndulo. El cual, alcanzada la máxima velocidad, cambia de signo su aceleración sin el menor aspaviento. Así que puedo imaginar que los límites del universo van conformando la superficie de un toroide elíptico de radio de giro nulo que, tras su etapa inflacionaria ascendente, continúa descendiendo hasta que, alcanzada su máxima extensión, comienza la contracción en busca de una nueva inflación implosiva ascendente. Al menos, si esto no es así, sería una hermosa hipótesis. Ya que la hermosura de la sencillez nos permite caminar por el filo de la navaja de Ockham sin cortarnos. Sabemos que, en el tiempo de (10 elevado a menos 42) de segundo de expansión, el universo tenía el tamaño de un protón y la energía interna de (10 elevado a más 32) º Kelvin, pero luego, hasta los (10 elevado a menos 34) de segundo, sufrió una inflación en la que todo se gestó con incomprensible casualidad. Lo interesante del Big Bang no es debatir su existencia, sino averiguar cómo ocurrió ese Big Bang dentro del Big Bang. Fue como si algo tirara de él desde fuera. Quizá fuera el ímpetu del último universo contractivo (al pasar al olvido) para dar así máxima libertad y energía al nuevo espacio-tiempo. Caducidad y nacimiento con algún fin evolutivo. (Como ocurre en los seres sexuados y mortales al engendrar un nuevo ser).
Tenemos conciencia y debemos tomar conciencia de que el origen de la macro-molécula de ADN que da vida a la evolución es aún más sorprendente que el Big Bang. No ha ocurrido por casualidad: "El azar es una suerte de causalidad cuyas leyes ignoramos", dijo Borges. Robert Jastrow soñó con un universo oscilante hasta que despertó, luego descubrió que había tenido una pesadilla: "Estaba escalando la montaña de la ignorancia y, mientras se arrastraba hasta la cima de la verdad, una pandilla de teólogos que habían estado sentados allí durante siglos, le saludaban desde ella". Pero para pesadilla la reflexión de Bertrand Russelll: "Toda devoción, inspiración o brillo del genio humano están destinados a su extinción en la vasta muerte del sistema solar". ¿Construirá la Humanidad un arca capaz de llevarla fuera del sistema solar antes de la supernova? ¿Podrá sobrevivir luego al helado universo? ¿O quizá anime en su interior un arca individual que debe impulsar para ser capaz de trascender más allá del frío mortal? Puede que todo esto sea metafísica: algo oscuro difícil de comprender, pero nuestra arrogancia ha sido siempre mayor que la ignorancia. Entonces: ¿por qué no creer en lo invisible que no obstante percibimos?
Creo que ese viejo amigo desde ningún aquí y ahora, ese compañero para todo aquí y ahora, no nos dejará náufragos en este vasto y frío océano de ignorancia mortal. Si no es así... ¡Vaya desperdicio de espacio y tiempo!
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