La frontera es la desigualdad
No hay donde colgar un candil. Ni de un lado ni de otro, porque todos ellos están pensando en el negocio del poder. Que los estados son un gran negocio, ya me había dado cuenta hace tiempo. Un estado es un mar donde desemboca el río del "nacionalismo-terruño", todo el nacionalismo, incluido el español. Decía Arzallus: "Toda nación necesita un estado" (el casado casa quiere, vaya). Ahora convirtieron los estados en marcas con sus correspondientes franquicias. A veces hasta se les escapa decirlo, como "marca España" y otras tonterías.
Esos que tanto acuden a la Historia para tirarse con ella a la cabeza, deberían recordar que hace cinco mil años apenas había fronteras, y que cruentas guerras nos han traído hasta aquí, esas guerras las sufrieron los más débiles, los inocentes, pero las fronteras se quedaron. Se necesitan buenos enemigos que llevarse a la boca, una frontera no es frontera si no hay seres "malvados" detrás, Trump dixit.
Esto ya los describió claramente Orwell hace más de cincuenta años en sus libros de culto "Rebelión en la granja" ó "1984". Apelar al lobo que viene, siempre funcionó bien para orientar a la peña a su favor. Manipulación y mentiras, tratándonos como al ganado, quizá porque en cierto modo eso es lo que somos, y mirad que ya debiéramos estar escarmentados después de 40 años machacándonos las mañanas hablando de ETA, y aunque hubiese pasado un lustro del último incidente daba igual, la cosa era no hablar del paro, o problemas inmediatos. (Una cosa es el asesino y otra que tu te pases a su sombra cuatro años cobrando y tocándote las narices).
Si te paras a revisar con conciencia crítica lo que aparece publicada, verás que el 95% de ello que se muestra con gran énfasis y a veces alarmismo, realmente no tiene importancia para ti ni te cambia la vida para nada. Si el dicho popular define a un vendedor como un ser capaz de hacerte comprar lo que no necesitas, el político hace porque te preocupes de lo que no te importa una mierda.
El mundo está así de mal, en parte porque las gentes de bien se pasan media vida luchando en guerras que no son la suya, y así volvemos a tragar, a rellenar las filas de su rebaño, a alinearnos en contra dé, al frentismo, a mirar los otros de lado porque alguien nos lo indica, ese alguien que está dolido porque pierde chiringuito o lo quiere más grande y se acuerda ahora de ti para utilizarte, pero, descuida, que no va a repartir contigo nada de todo lo que lleva chupado del bote. Pues mira ¡empecemos por hablar del bote!
Me pregunto: si la verdadera frontera hoy es la de la desigualdad, porqué entramos en sus guerras sin exigir lo que de verdad nos hace falta a todos, una sociedad igualitaria, justa, colaborativa, culta, de oportunidades, se llame Cataluña, cata-spain, catafrancia o pericolospalotes la marca (al menos para nosotros, creo yo), debiera ser lo de menos.
Juan Antón Cano, Oviedo
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