El buen gusto
El buen gusto puede ser aplicado a muchas cosas de las cuales estamos rodeados cada día a lo largo de nuestra vida. Esto no quiere decir que las diferencias entre estas cosas sean cosas raras o llamémoslas extrañas. En el vestir podemos llevar una ropa clásica, una ropa de sport o una indumentaria totalmente desenfadada, pero siempre, eso sí, marcando unas pautas de colores, de formas, pero sobre todo de llevar las tallas adecuadas a nuestro cuerpo. En el cine nos puede gustar un genero más que otro y en la música más de lo mismo, no lo que nos gusta a nosotros es lo bueno y lo mejor.
Si paseas por una de las calles de nuestras ciudades te puedes encontrar con edificios de muchos estilos arquitectónicos, clásicos, coloniales, modernistas y últimamente muy vanguardistas, todo ello guardando unas formas y colores acordes con el entorno que los rodea, colocando también unos jardines, unas farolas acordes con un buen gusto. Lo malo de todo esto es cuando unos grupos de personas llegan a ciertos cargos y destrozan la estética y la belleza de algunos lugares, dos de los cuales voy a hacer mención. Si buscas dentro de internet la plaza de la Escandalera, te encuentras con cientos de fotografías más o menos bellas de dicha plaza. Hoy sus bancos están pintados con los colores del orgullo gay, nada que decir por su significado, pues todo el mundo es digno de ser respetado, pero sí decir que esos colores tan vivos, tan fuertes y chillones deslucen esta bella plaza.
También en La Felguera se permiten y consienten estas cosas tan desproporcionadas. Con el gasto que ocasionó la construcción y el posterior mantenimiento de la Pinacoteca Eduardo Úrculo, su imagen queda trastocada por unos grafitis, bellos sí, pero no para sus fachadas, y qué decir de un antiguo edificio en el centro de esta ciudad, perteneciente a este Ayuntamiento, el cual fue destinado a muchas cosas, en beneficio de la comunidad y hoy sirve para las oficinas del Inem y algunas cosas más, entre ellas el área de la Mujer. La mitad de este edificio está pintado por un grafitero con unos colores y unos letreros totalmente desproporcionados, estropeando la imagen del edificio. Los colores son vida, son ilusión, pero cada cosa en su sitio. En estos señores que consienten estas cosas su buen gusto se ha quedado a la deriva. La verdad es que el buen gusto empieza dentro de uno mismo. Todos hemos dicho en muchas ocasiones cuando vemos a alguna persona con unas vestimentas muy desacordes con ella si no tendrá alguien cerca que le diga que esas prendas no le sientan nada bien. Como se solía decir, lo bien hecho, bien parece, y el buen gusto es necesario.
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