La Nueva España » Cartas de los lectores » Banderas de nuestros padres... y abuelos

Banderas de nuestros padres... y abuelos

21 de Septiembre del 2017 - José Luis Peira (Oviedo)

Cuesta evadirse del pitote de Cataluña en estos días. Un clásico estacional como la vuelta al cole que se alimenta y crece vitaminado por el vacío informativo estival. Cierto que en los últimos tiempos este ciclón ha tomado más fuerza y está a punto de matar de aburrimiento a unos cuantos entre los que indiscutiblemente me hallo.

Sólo por ese tedio, pienso, valdría dar la independencia a cualquier región ahorrándonos la insania de desayunar día sí, día también, con lo de la murga diferencial. Valdría la pena apostar por un referéndum con garantías, no esta performance a medio camino entre reality show y la quinta temporada de una teleserie sin solución argumental. Un plebiscito con todas garantías debería, por ejemplo, contar con una televisión pública neutra, no volcada con forofismo a una de las opciones.

Yo no entiendo esto del sentimiento patrio, soy de esos que piensan que los nacionalismos son muestra de una minoría de edad, una suerte de granos purulentos y cuerpo desgarbado, voz con gallos o pechitos incipientes que apuntan a un cuerpo y mente adultos. Pero aun así aceptaría la independencia de Cataluña o la del Bierzo si la mayoría democratizada ganara limpiamente en el campo de las urnas. Total, otros buscan ovnis en las noches de luna nueva y otros ponen flores de plástico en la curva donde se mató su cuñado.

Llegados a este hipotético punto, hay que reconocer que la república catalana sería buena para todos, me explico: Si, como institucionalmente se afirma, dicha república será un chollo para todos en la que los árboles darán seis cosechas anuales, incluyendo una sólo de caramelos, el salario mínimo será el de Bill Gates y los niños nacerán altos y guapos capacitados para asaltar cualquier récord mundial, en la que los taxistas serán ingenieros y los ingenieros ángeles de manera que toda la gente irá por la calle sonriente y feliz como en un anuncio de compresas o cajas de ahorro. En ese caso, convengamos que para nosotros, españoles, será una suerte, pues nos quedará cerquita para emigrar y buscarnos un destino decente que la dictadura española nos niega.

Por el contrario, si, como algunos pensamos, al tercer día de independencia republicana aquello se convierte en el potorro de la Bernarda muchos nos íbamos a divertir. Lamento el descalabro de audiencia de los programas del corazón y tal, porque lo desternillante sería poner los informativos y ver imágenes subtituladas de sus instituciones, ya que cabe suponer que estos compañeros de viaje que alientan procesos reclamarán su parte del pastel, o “pastiset”, y cada cual, impelido por la inercia de hagoloquemesaledelpito.cat tiraría como cabra al monte, pirenaico en este caso, eso sin contar que Arán o Reus no se acojan a las mismas normas para a su vez independizarse o vincularse a Letonia, a saber.

Es lo que tiene henchir el pecho y lloriquear al ver banderas, cualquier bandera, un argumento tan patético que causa suspiros en quien presume de neuronas. Parece mentira que a las puertas de la robótica haya aún tantos embarrancados en esto de las patrias cuyo aspecto emocional a mí me sirve para identificarme con un equipo en los Mundiales, pero que ha causado millones de absurdos muertos y calamidades sin fin a lo largo, por ejemplo, de los últimos ciento cincuenta años solamente en Europa.

Pero, qué decir, si los hay que se empeñan en ser adolescentes eternos no cabe gastar energías en convencerlos con un hermano mayor, más vale que asuman responsabilidades y salgan a la calle a buscarse las fabas. Hasta podría suceder que los descreídos nos lleváramos una sorpresa, tanto mejor, así aprenderíamos a no desconfiar. Como ven, todo bueno. Yo voto que sí. Y encima nos dejan en paz, qué alivio...

Cartas

Número de cartas: 45996

Número de cartas en Septiembre: 100

Tribunas

Número de tribunas: 2086

Número de tribunas en Septiembre: 8

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador