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Lavarle la cara a Carrillo

22 de Septiembre del 2017 - María Ángeles de la Vega Montero (Oviedo)

El miércoles, 23 de agosto, asistí en el Ateneo de Navia a la charla que dio el señor García Piñeiro sobre tres destacados comunistas asturianos: Baldomero Fernández Ladreda, Casto García Roza y Luis Montero Álvarez, alias Sabugo. Como ya me esperaba, el señor Piñero, en su afán de lavarle la cara a Carrillo – tarea difícil- masacró la memoria de Luis Montero. No contó falsedades, pero si omitió datos históricos, llevando al oyente de buena fe a formarse una opinión de traidor sobre Montero y de adalid de la Justicia para Carrillo.

Estas fueron las palabras del señor Piñeriro sobre la vida de Sabugo y su trágico final: Montero vino a Asturias enviado por el Partido Comunista desde Francia en 1948 para dirigir y organizar la guerrilla, fue detenido por la guardia civil el 30 de de enero de 1950 y nueve días más tarde la Guardia Civil llega al refugio de los Caxigales donde son abatidos Caxigal y sus hombres. Y a Montero, a diferencia de Ladreda y García Roza, no se le hace juicio sumarísimo, ni se le da garrote vil; queda exonerado y después es llevado a Madrid. Posteriormente, no se sabe por qué razón, él intenta pasar a Francia y en la cordillera alguien, de aquellos que cuidaban los pasos en los Pirineos, lo asesina. No sé en qué documento se apoya el señor Piñeiro para afirma esto último.

Curiosamente, el señor Piñeiro se “olvidó” convenientemente de contar en el Ateneo de Navia que durante esos nueve días en los que Montero estuvo en los cuarteles de la Guardia Civil fue torturado brutalmente y se le aplicó el suero de la verdad, y hay por lo menos, hoy en día, una persona con vida que podría atestiguar esto y Gómez Fouz también lo cuenta así en su libro "La brigadilla", edi. Silveiro Cañada, Oviedo, 1992. Aparte de estos datos, probados y contrastados, la consigna que había entre los guerrilleros era que si uno era detenido el resto tenía que huir inmediatamente de los sitios de costumbre, cosa que Caxigal y sus hombres no cumplieron. Luis aguantó torturas nueve días, tiempo más que suficiente para que los guerrilleros cambiaran su lugar de escondite.

También se le “olvidó” decir al Señor Piñeiro que los hermanos de Montero eran de derechas, hombres bien posicionados en el nuevo régimen, que además habían sido defensores de Oviedo y que, una vez que se enteraron de la detención de su hermano, hicieron todo lo posible para que su Luis no fuera condenado a muerte. No olvidemos que sobre Montero no había acusaciones de delitos de sangre. No había asesinado a nadie aunque, eso sí, los cargos que sobre él pesaban eran muy graves.

Pero lo más interesante que el profesor Piñeiro ocultó a los oyentes del Ateneo de Navia es que la biógrafa de Luis Montero, Silvia Ribelles de la Vega, encontró en los archivos del Partido Comunista un documento titulado “Informe de la Peña” que dan por bueno los historiadores Paul Preston y David Pike y también Gerardo Iglesias. En este informe, escrito por Luis Montero en Francia, seguramente en algún piso franco del PCE en el sur del país vecino, tras la muerte de los guerrilleros, Luis cuenta todo lo ocurrido a Caxigal y sus hombres. Luego si, una vez liberado por la Guardia Civil, por intervención de sus hermanos, Luis decide regresar a Francia y contactar con los suyos, con los comunistas, es porque él estaba convencido de que había obrado bien: había soportado la tortura durante el tiempo suficiente para darle tiempo a Caxigal a huir. Si Caxigal no lo había hecho, es una circunstancia de la que no se debe responsabilizar a Montero. Así, Luis tenía la conciencia limpia y sólo quería volver con los suyos, con el partido por el que él lo había entregado todo; su juventud, su vida, su salud, su familia y su novia. Podría haberse quedado libre en España o haber pasado a Argentina donde tenía familia. Pero él estaba tranquilo. Había hecho lo correcto y así lo refleja en los papeles que se guardan en el archivo del PCE. Después de escribir este informe, desaparece misteriosamente para siempre.

Posteriormente, en 1984, Líster acusó a Carrillo de la muerte de Montero.

También se le olvidó al señor Piñeiro decir en Navia otras tres “nimiedades sin importancia”: que Luis Montero había sido secretario general del Partido Comunista en la clandestinidad del campo de concentración de Mauthausen; que cuando regresó a Francia tras la deportación había sido condecorado con la Medalla de la Resistencia y con la Cruz de Guerra con estrella roja, y se le concedió el grado de capitán de las Fuerzas Francesas del Interior. Tampoco mencionó la existencia de una biografía, que ha sido ya ampliamente citada por especialistas nacionales e internacionales, sobre Luis Montero.

¿No se le olvidaron al profesor García Piñeiro demasiadas e importantes cosas sobre Montero? ¿Por qué?... Ante mis protestas en la sala, se justificó con peregrinas excusas como su falta de memoria y el escaso tiempo disponible.

En el Congreso que se celebró en Paris en homenaje a los guerrilleros españoles en la Resistencia, en octubre de 2013, se citó explícitamente a Luis Montero, al que se considera uno de los cinco primeros y más importantes guerrilleros españoles durante la ocupación nazi en Francia.

Yo pienso que Carrillo se propuso eliminar a Montero ¿Por qué? Y ordenó su asesinato, y ahora el profesor Piñeiro se propone que no recupere su honra.

Con el cerrar heridas de la Transición lavó, parece, todas sus culpas, pero la cuestión ahora, en mi opinión, no es esa, sino abrir la puerta al rigor histórico.

María Ángeles de la Vega Montero, Oviedo

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