En favor de la Ronda Norte
He vivido en Ciudad Naranco desde el verano de 1963, calles Roberto Frasinelli y Menéndez Pelayo, en el límite de la zona urbana y la falda del monte Naranco. De niño jugábamos en un bosque de castaños, carbayos y ablanos por donde discurría un arroyo llamado “El vertedorio”, que desembocaba en una laguna a lo largo del linde del colegio Loyola y de una granja. Un lugar precioso y lleno de encanto que se podría haber saneado y conservado.
Desde mediados de la década de los setenta, hasta entrados los noventa, se fueron arrojando millones de toneladas de tierra y escombro con camiones volquete que fueron enterrando el bosque, el arroyo y la laguna donde anidaban aves acuáticas.
El paso siguiente era urbanizar encima de lo que fue "El vertedorio" y se hablaba de una vía de circunvalación que diera salida y entrada a Ciudad Naranco, incluso con enlace mediante un túnel al barrio de Vallobín y La Florida, éste aún estaba sin construir.
Un poco antes de los noventa, comenzó la construcción de vivienda adosadas y después la construcción de decenas de edificios de seis plantas. Una verdadera especulación urbanística, que benefició a algunos constructores, dueños de fincas e incluso el propio colegio Loyola, que duplicó sus instalaciones. También se construyó un colegio, un instituto y más tarde un esquelético spa, por donde se suponía debería ir la controvertida Ronda Norte.
Hoy día la situación es la siguiente: Se enterró "El vertedorio" y se construyó encima una sepultura de hormigón, ladrillo y cemento. Ciudad Naranco creció el doble y se acrecentó el grave problema de las comunicaciones que afectan a todos los barrios del noroeste y oeste de Oviedo. Para llegar a dichas zonas hay que cruzar el centro de la ciudad (General Elorza, Avenida de Santander, Independencia, Samuel Sánchez...), y los vecinos de Roberto Frasinelli, Menéndez Pelayo, Ernesto Winter, Nicolás Soria y Luis Oliver tienen que soportar el paso constante de vehículos y sus atascos.
Pido a los responsables políticos que visiten esa zona, que comprueben que ya no existen bosques, arroyos y lagunas, que hablen con los vecinos y sobre todo, den una solución. Pragmatismo y sentido común, el dogmatismo para otras cosas.
Quizás el proyecto primitivo sea irrealizable, pero no se puede decir no. Hay que buscar soluciones con medidas técnicas de trazado mediante túneles falsos, de trinchera, etcétera, y un túnel que pase por debajo y entre el instituto y el colegio, que enlace con Vallobín, La Florida, Las Mazas. Y, sobre todo, un buen presupuesto, si viene del Estado mejor. El no, no es solución. Si no, muchos vecinos en próximas elecciones dejarán al margen la ideología y votarán por lo práctico.
Francisco Trabazo Flórez
Oviedo
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