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Deberes, el castigo silencioso

2 de Octubre del 2017 - Rocio Garcia Vijande (Villar (Luarca))

Tengo 20 años, estoy acabando magisterio, llevo 18 en el sistema educativo y todavía no entiendo la finalidad de los deberes.

"Es para que repasen", "para que no se olviden de cómo se hace", "para que no se aburran", "es que es lo que tienen que hacer"... Si preguntas a cualquier maestro o maestra en activo que lleve una clase y ponga deberes, probablemente sus respuestas serían parecidas a esas. Y yo digo, ¿para qué? ¿cuál es la finalidad?.

Vamos a coger la etapa de Primaria, la que va desde los 6 hasta los 12 años, donde los niños se están desarrollando plenamente en todos los ámbitos. Cogemos a todos los alumnos que estén en esa franja, los seleccionamos por edades y los metemos en sus respectivas clases, en pupitres individuales, rígidos, sin poder moverse. Los metemos tres horas, les damos un pequeño descanso de treinta minutos para que se aireen y los volvemos a meter tres horas más, rígidos, incómodos, sin poder moverse. De vez en cuando tienen alguna asignatura (una o dos horas a la semana) que les permite moverse un poco más, pero eso ya si tienen suerte con el profesor. Así un día tras otro, un mes tras otro, un año tras otro. Desde los 3 años hasta que acaban la Universidad con 21.

Encima, como si ya fueran pocas las seis horas que están en clase, les ponemos más ejercicios, no vaya a ser que en su tiempo libre caigan en la tentación de coger un balón e irse al parque, o de coger un libro y ponerse a leer, o de tocar un instrumento.

Primero, ¿son necesarias tantas horas sentados recibiendo información? No sería más fácil, coger e irse al patio cuando hace buen día, aprender de la naturaleza, crear actividades en las que estén de pie, que se relacionen entre ellos, que jueguen, que se lo pasen bien, etc. porque así estarían aprendiendo mucho mejor y mucho más rápido al involucrar las emociones en su aprendizaje.

Y segundo, ¿de verdad no les da tiempo en clase a hacer ejercicios y estudiar? Entonces que vayan menos a clase, porque están perdiendo el tiempo.

Con lo emocionante y significativo que sería si en vez de repetir ejercicios mecánicos una vez tras otra, les ponemos de deberes: Pasa tiempo con tu familia, coge un libro que te apetezca y léelo, haz deporte, juega con tus amigos, ayuda a cocinar y un largo etcétera mediante el que sin duda, aprenderían mucho más y no sólo para pasar un examen, sino para toda su vida.

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