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Puntualizaciones sobre Higinio Carrocera

29 de Enero del 2010 - José Luis Velasco Coto (Gijón)

En honor a la verdad, sin ánimo de polémica y siempre abierto a cualquier razonamiento con más fundamentos que el mío; paso a exponer mis conocimientos sobre el tema: En primer lugar, Higinio no participó en el asalto al cuartel de la Guardia Civil de Sama, porque habiendo hecho un llamamiento Belarmino Tomás -jefe de la revolución y concejal del Ayuntamiento de Langreo, por el PSOE- para que comunistas y anarquistas se les unieran, solo aceptaron los comunistas, los de la CNT felguerinos, quisieron hacer la guerra por su cuenta y se desplazaron al Barrio Urquijo, donde tenía su cuartelillo la Guardia Civil, en el bajo del número dos. Una vez delante de las casas propiedad de la Duro Felguera y habitadas por empleados de la misma empresa, conminaro na los vecinos para salir porque iban a dinamitar el cuartelillo; salieron todos menos una mujer del segundo que quería esperar a que llegara su hijo, trataron de convencerla para que bajara, pero ella se negaba, esperando por su hijo. Pasado casi un cuarto de hora y en vista de que la mujer no salía, se decidieron a atacar y dinamitaron las ventanas del bajo, consiguiendo así entrar a tiro limpio, pero el piso estaba vacío. Los cinco guardias que estaan en el cuartel tuvieron tiempo a escabullirse hasta el río Candín, de allí al ferrocarril de Langreo y ya por último se colaron en el almacén de vinos de Celestino Riego, donde se escondieron en unos toneles de vino vacíos, más tarde y ayudados por unos vecinos llegaron a Paxumal.

Otra información que tengo de este señor, es que le salvó la vida al hijo de una mujer que estaba de aguadora en el taller eléctrico de Duro Felguera, donde él trabajaba. Esta señora tenía varios hijos y todos, educados en el colegio de los Hermanos de La Felguera eran muy católicos, todos se escondieron, pero cogieron a uno y le iban a fusilar, su madre al enterarse que Higinio estaba en Barros visitando a su familia, fue a su encuentro y le contó el caso; Higinio fue con ella al cuartel y no solo le puso en libertad sino que les echó una bronca a los que estaban allí, diciéndoles que la guerra no se ganaba así, que había que ir al frente a dar el pecho.

También conocí al cabo furriel que tenía en su batallón y que vino corriendo desde el Mazuco hasta Barros -más de cien kilómetros- cuando llegó a su casa tenía los pies sangrando y no podía dar un paso más, su madre tuvo que mantenerle en la cama varios días, a base de leche, huevos y vino "Sansón", hasta que recuperó las fuerzas. (Nos contaba él).

Este señor y yo fuimos compañeros de trabajo durante más de veinte años, se llamaba Víctor Noval Carrocera, a) Teyera, de Barros, hijo de una hermana (dato sin confirmar) de Higinio Carrocera; en el año 1936 tenía Víctor 18 años e Higinio más de treinta; entusiasmado por lo que decía su tío, en sus frecuentes mítines, decidió marchar con él a combatir el fascismo (sic).

Casi treinta años más tarde, nos contaba sus andanzas y aventuras bélicas, no con intenciones políticas, ni de aprobación o rechazo, sino simplemente como aventuras juveniles. Era un buen compañero de trabajo y muy gracioso en sus narraciones. Descanse en paz. Teníamos todos los años dos o tres comidas de trabajo y en ellas nos contaba lo siguiente, entre otras cosas:

Cuando se incorporó al "batallón Carrocera", le dieron el puesto de cabo furriel, porque era dependiente de ultramarinos y conocía el tema, marcharon muy animados y dispuestos a combatir, tenían como indumentaria, un mono azul, alpargates y una manta puesta en bandolera, eran casi todos jóvenes voluntarios de Barros y La Felguera. Todo marchaba bien hasta que llegaron al Mazuco. Higinio, pidió a Belarmino Tomás que les enviaran armas y munición, sobre todo ametralladoras. Allí empezó lo malo, pues los aviones nacionales nos bombardeaban sin cesar, ni las ametralladoras ni la munición, prometidas, llegaban, nosotros teníamos que buscar refugio cada poco para guardarnos de la aviación y un día al salir de los escondites vemos aparecer por loa lto de un monte una gran bandera nacional y detrás de ella las brigadas navarras cantando "Por Dios por la patria y el rey" etcétera, etcétera. Nosotros, mal vestidos, sin armamento, y muertos de fame no pudimos hacer otra cosa más que tirar los fusiles, el correaje y echar a correr. No podíamos hacer otra cosa ante un ejército disciplinado, bien armado y bien vestido. Otros dos amigos de Barros y yo corrimos tanto que no parábamos ni pa comer, pues comíamos lo que encontrábamos por las huertas y cuando no podíamos más, dormíamos en alguna tená.

A mi tíu engañáronlu los jefes, pues le prometieron refuerzos y armamento y no llegó nada. Más tarde y en el campo de concentración de Galicia, los propios compañeros, lo denunciaron; él había cambiado de nombre y los soldados no lu conocíen, (sic).

Como dato anecdótico y demostrativo de nuesetra amistad, recuerdo que a finales de los cincuenta compró una moto Derbi 250 c.c., que la conducíamos más sus amigos que él.

José Luis Velasco Coto, Gijón

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