"Derechos de desafío a la justicia"
Al hilo de la tan cuestionada actuación de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado en Cataluña el pasado 1 de Octubre, sin entrar en mayores, porque esto es de un agotamiento supino, y nadie convence a nadie a estas alturas ya, quiero expresar que para mí, la diferencia de unos y otros participantes en las concentraciones de Cataluña, es obvia. Mientras que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado obedecían órdenes jerárquicas superiores, cumpliendo con su deber, para garantizar el cumplimiento de la legalidad vigente y los dictámenes emitidos por los tribunales, sin que su propia voluntad en esa participación tuviese ninguna influencia, ni peso alguno, la otra parte participaba libre y voluntariamente, de manera activa, en una ilegalidad manifiesta y debidamente advertida. Nada, y digo bien e insisto, nada justifica la violencia, pero ¿acaso alguien creía que la policía se desplazaba a Cataluña a servir los cafés de los miembros integrantes de las mesas del ilegal referéndum?
Iban a instaurar y tratar de reconducir el orden constitucional, a defender el estado de derecho, a proteger a catalanes que no comulgan con las imposiciones de los secesionistas, a defender los principios que los independentistas pretenden reventar con sus actuaciones fuera del marco de la ley. Y todo eso, porque su servicio ( policial) va más allá de unos sentimientos unilaterales que amenazan, sin pudor alguno, el orden social que disfrutamos en la actualidad, sentimientos que pueden destruirlo, tal y como venimos advirtiendo tiempos atrás. No se puede invocar la democracia, cuando lo que se está haciendo, en realidad, es manipularla y ajustarla a unos intereses concretos, sesgados, tendenciosos, arriesgados, lesivos y altamente perjudiciales para el conjunto de la sociedad. Eso no es democracia. Solo votar no es democracia. Lo de ayer no fue la representación del legítimo derecho del ejercicio de voto, pilar básico en todo sistema democrático. Lo de ayer fue una clara provocación a la desestabilización de un país. No puedo comprender, ni respetar que bajo el amparo de la ilegalidad, se ponga en riesgo el futuro de mis hijos, su propia seguridad, por una cuestión meramente emocional y sentimental. No es argumento suficiente, de todo punto de vista. Si alguna institución puede garantizar que podamos seguir viviendo en paz, sin duda, es la que todos estos policías y guardias integran. No quisiera estar en la piel de las madres, y familias, de cualquiera de ellos. Mi total y absoluto voto de confianza y apoyo va para ellos, para las fuerzas del orden público y de la seguridad de todos nosotros.
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