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Llaneza y Belloso

9 de Octubre del 2017 - Ricardo Luis Arias (Aller)

No cabe duda alguna de que Fábrica de Mieres era una gran empresa, completa, con sus minas y siderurgia, lo que hizo que el vallisoletano Rafael Belloso solicitara su ingreso en ella. Y en ella pasó pronto a ser el ingeniero director de sus minas. A su vez, Vicente Solano, otro buen ingeniero y persona, lo era de la siderurgia, ambos muy unidos y compenetrados. Corrían malos tiempos entonces, sobre todo social y políticamente, arrastrando las secuelas de la huelga revolucionaria de 1917. Había injusticia, hambre y necesidad. La monarquía, gastada e impopular, que respaldaba un capitalismo y empresariado que oprimían a la clase trabajadora, mal retribuida y tratada, estaban creando un ambiente de enfrentamiento entre el patrono y el obrero, éste en una situación angustiosa ya. En tan convulsa y grave situación, surgió un hombre honrado, valiente y decidido, el líder que necesitaba la clase trabajadora, sobre todo la minera, al frente de la cual se puso en su defensa. Nos referimos, naturalmente, a Manuel Llaneza, propulsor del mejor y el más eficaz sindicalismo.

Muchos fueron los encuentros que mantuvieron Manuel Llaneza y Rafael Belloso, porque muchos eran entonces los problemas laborales, que ambos llevaron a cabo con objetividad y un verdadero sentido de responsabilidad. En más de una ocasión nos lo comentó Belloso, en Ujo, al final de sus días: “Don Manuel Llaneza, que era un señor que siempre gozó de mi aprecio y estimación, representaba al obrero y yo a la empresa, pero ambos éramos fieles a la justicia y la razón, aunque ello no agradara a los que los dos representábamos”. Así se evitaron plantes y huelgas, haciendo que el aprecio y estimación fueran mutuos. Y este remate de Belloso: “Cuando falleció el señor Llaneza, lo sentí profundamente y expresé mi sentimiento a su familia y al sindicato que representaba”. Y nos lo dijo con verdadero sentimiento.

Rafael Belloso fue “fichado” para dirigir la Hullera Española cuando falleció su director Marcelino Rubiera, creo que en 1928. Y fiel también a los principios humanitarios y sociales del marqués de Comillas, igualmente arraigados en él, Belloso pronto se granjeó el aprecio de los trabajadores, que no fue del agrado de la gerencia de Barcelona, porque allí, como buenos catalanes, lo que querían era sacar más carbón y y al menor salario al hombre que, jugándose la vida, lo arranca y extrae de las entrañas de la tierra y en la noche perpetua de la mina. Que era lo que querían entonces casi todos los empresarios en aquellos calamitosos tiempos.

Rafael Belloso fue el cerebro que ideó, proyectó y llevó a cabo los tres pozos de la Hullera Española (y después de Hunosa), el pozo San Antonio, en Moreda, y los pozos Santiago y San Jorge, en Caborana. Y cambió, modernizó o suprimió primitivas y obsoletas instalaciones mineras, mejorando la seguridad en el trabajo. Belloso era minero, y como resultaba extraño y sorprendente que no abandonara un día su despacho en las oficinas de Ujo, se puede decir que diariamente se iba a alguna de sus minas, que conocía a la perfección, como a sus trabajadores. Para los que tuvo siempre un trato ejemplar y considerado. Siempre atendió y consideró cuantas peticiones o reclamaciones se le hicieron, solucionando favorablemente las que podían estar en sus manos y, en algún caso de necesidad, lo remediaba de su bolsillo. Silenciosamente.

De que Belloso era querido y respetado por el personal, quedó demostrado en la Revolución del 34, en Ujo, donde residía y la empresa tenía sus oficinas centrales. El “jefe supremo” del comité revolucionario, Canor, le puso una guardia permanente, noche y día, para su protección y la de su familia. Canor fue un gran tipo, un sano revolucionario que no consintió que desmán alguno en Ujo, como demostró en la rendición del cuartel de la Guardia Civil que mandaba el teniente Torrens, como aquí hemos visto. Una ejemplar rendición que nos hizo recordar aquella otra de Breda, que inmortalizó Velázquez en su famoso cuadro de las lanzas, en el que nos e sabe quién es el vencedor o el vencido, quién entrega la llave de la ciudad y quién la recibe, si es el flamenco o el marqués de Spínola, que en este caso lo fue Canor. Ejemplar, sí, y toda una lección de caballerosidad, elegancia y nobleza. Que hoy se desconocen por completo.

Rafael Belloso falleció en Ujo en 1941, en aquella noche tormentosa con un gran ciclón que mucho daño hizo. Él y Llaneza fueron en su tiempo, tan convulso social y políticamente entonces, la mejor representación sindical y patronal en nuestras cuencas. Y un ejemplo.

Ricardo Luis Arias

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