Exaltación nacionalista
El sentimiento de amor a la tierra donde uno ha nacido es un sentimiento legítimo y sano.
Es el extremismo respecto a la afección a un territorio -en este caso nacional- lo que entiendo por exaltación nacionalista.
No siempre esa exaltación tiene un carácter toxico, sólo si se dan ciertas condiciones. Así, por ejemplo, cuando la nacionalidad se identifica con un territorio, "La tierra de nuestros antepasados", una lengua propia, las tradiciones, las leyendas, las costumbres que configurarían su personalidad frente a "otros". Otros, que podrían ser considerados como una amenaza a la propia identidad, a la "seguridad y riqueza" tan duramente conseguida.
Es decir, una nacionalidad fundada en un proceso que se entiende como un hecho natural -tal como el haber nacido en un lugar que tiene su personalidad en base a unos remotos, y en muchos casos míticos orígenes- y no por la libre voluntad de seres humanos diferentes que deciden vivir juntos en base a unas normas y leyes que ellos mismos han establecido. Una sociedad abierta en la cual se podría integrar cualquier persona, sea cual sea su origen, raza, religión, etc., siempre que se obliguen a respetar las normas de convivencia establecidas en dicha formación social.
La insistencia en el hecho diferencial suele implicar, al rechazar "lo otro", un progresivo empobrecimiento cultural, una deriva narcisista hacia el pensamiento único e incluso hasta el fanatismo, lo que puede ser utilizado por sectores oligárquicos para blindar privilegios mantenidos durante generaciones. Sectores que pueden temer el impacto del desarrollo de las fuerzas productivas humanas (las revoluciones técnico-científicas, la modernización y rapidez de las comunicaciones, el comercio global, etc.)
Una exaltación que oculta las diferencias de clase, los privilegios, en una "superior" unidad nacional, que se suele vender como un "paraíso" para todos los patriotas. Son significativas, en este sentido, las imágenes idealizadas de familias, de grupos de trabajadores, que han utilizado sistemáticamente todos los totalitarismos, fueran de un signo o de otro.
Esa uniformidad implica un adoctrinamiento que comienza en la más tierna edad, en las escuelas, en las organizaciones juveniles, en el uso de los medios de comunicación de masas, etc.
Totalización que anula a la persona, reducida a ser un mero individuo dentro de la masa, que se siente protegido, poderoso, en ese contacto próximo, casi físico, que oculta, tapa, la falta de libertad individual. Masas que suelen moverse mediante órdenes y consignas.
Otro aspecto es la utilización del concepto de enemigo (si no existe, se inventa) que sirve para unificar a la población en torno a los demagogos.
Creo que son importantes los sentimientos. Una razón sin sentimientos da lugar a una sociedad muerta, lo que no es más que una forma de barbarie. Pero, sin la razón que ponga límites a las pasiones, la sociedad humana retrocede al salvajismo más brutal. Basta pensar en lo que sería una sociedad sin leyes y sin las instituciones que obligan a su cumplimiento. Sería "la guerra de todos contra todos". La destrucción de la civilización.
Pienso que el modo de superar esa patología está en la madurez del individuo, en la capacidad para decidir por sí mismo, en no dejarse guiar por fantasías, seducciones y consignas. En fin, haciendo caso a lo que dejó escrito Kant: "¡Atrévete a pensar!".
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