Juego de trolas

7 de Octubre del 2017 - Ana Mª Velasco Plaza (Oviedo)

Juego de trolas

Que todo lo referente a lo que esta ocurriendo con el independentismo catalán es un montaje pactado lo vengo diciendo desde hace muchos años, particularmente en las páginas de LNE, desde mi condición de española burlada por nuestra clase política. La aparente pasividad de Rajoy ha sido, y es, la contribución necesaria para que, de forma activa pero encubierta, se llegue a una situación crítica e irreversible que justifique el apaño como solución de alivio. Es el "magistral control de los tiempos" que propicie un cambio de régimen consensuado a espaldas de la mayoría de los españoles.

Sin incurrir en demasiada ficción, todos los hechos parecen apuntar a que Rajoy estaría cumpliendo un extraño e inconfesable trato por el que llegaría a la Presidencia del Gobierno siempre que indujera, tras una situación límite concertada con los independentistas, un cambio confederal de la Constitución: El cambio de Régimen y "el tiempo nuevo"(sic), anunciado por algunos voceros inmediatamente después de la masacre del 11-M , ignominioso punto de arranque del caos que estamos sufriendo.

Para ello, y previamente, Rajoy tenía que aniquilar a su propio partido, expulsar a liberales, conservadores y a quienes ideológicamente se opusieran al nuevo guión. Luego, adoptando todas las reformas y leyes de Zapatero, tenía que desactivar a las victimas del terrorismo y pactar de forma encubierta con ETA el cese temporal de la violencia a cambio de que pudieran gobernar en el País Vasco, pasando temporalmente el protagonismo a los independentistas catalanes para culminar el llamado "proceso". Todo ello maquillado y vendido como la derrota y fin de ETA, de una ETA que ha vuelto a pronunciarse como tal en Cataluña. Los Medios de Comunicación, eran otro frente imprescindible que había que controlar para realizar con éxito la misión, y para ello la labor de la Vicepresidenta ha sido encomiable. Estos medios han sido los encargados de lanzar al estrellato a un partido leninista con el triple cometido de debilitar las instituciones, calentar la calle y asustar a los incautos.

Una vez cumplidos estos objetivos tácticos, surgiría una activación progresiva del independentismo catalán con financiación estatal, la pasividad ante graves violaciones de la Constitución, ante burlas al Estado y agresiones a la unidad y dignidad de la Nación, sumándose a la dejación ante el incumplimiento flagrante e insultante del Código Penal y de las sentencias judiciales. Por dos veces consentiría, por inacción dolosa, un referendum ilegal después de afirmar, primero, que no lo habría para, a continuación, negar que lo hubiera habido. Remataría la faena poniendo en ridículo a España ante todo el mundo con la actuación impotente y el posterior abandono y vejación de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, defensores del orden constitucional, ante un claro golpe de Estado, junto a la negativa de la aplicación de aquellos artículos del Código Penal y de la Carta Magna previstos para estos casos.

A pesar de toda esta deserción de responsabilidades, el desgobierno de la nación ha continuado con el escandaloso engaño a los españoles con frases equívocas como "la situación esta absolutamente controlada" o como estar dispuesto a "no cerrar ninguna puerta al dialogo y poder encontrar acuerdos dentro o fuera del Parlamento" (¿se refería, quizás, a otro objetivo programado y adelantaba sus auténticas intenciones?).

El magnífico y contundente discurso del Rey, y el escrito no menos rotundo de FAES, han hecho que Rajoy hiciera unas aún más preocupantes declaraciones a la agencia EFE. Como siempre ha hecho, tolera todas las críticas y amenazas que vengan de la izquierda extrema y de los nacionalistas pero, le ha faltado tiempo para, embravecido y prepotente, arremeter contra las advertencias hechas por la experiencia de hombres de estado. Y hacerlo desde el despotismo: "haré lo que crea y en el momento que me parezca mas oportuno" -dice- al tiempo que se humilla al suplicar a Puigdemont que "no declare la independencia", añadiendo que "no vamos a llegar tarde a ninguna parte, porque no se va a producir la independencia", y que "espero que acertemos", como si de una quiniela se tratara.

Permítanme reiterar lo dicho en mi último escrito en esta sección (LNE 14-9-2017): >

Por desgracia creo que no me estoy equivocando y que "la profecía" se va cumpliendo

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