Asombroso sentir

24 de Octubre del 2017 - JOSE LUIS PEIRA (OVIEDO)

Los noticiarios no se cansan de repetir las imágenes de la decepción del respetable con la cosa del sí pero no del monotema catalán. Asistimos entretenidos, mientras Liga y Champions dan sus primeros pasos y van entrando en calor competitivo, o la Navidad nos llena de amor inconmesurable y paz al díscolo del vecino, a este espectáculo de las tres pistas.

Observo a las personas que aguardaban en la calle, expectantes, a que se anunciaran las decisiones decisivas. Con mis intuiciones de andar por casa y de todo a cien veo a personas, no todas claro, que parecen normales, incluso un poco por encima de la media. Parejas de mediana edad, maduritos interesantes, jovenzuelos con aspecto de haber leído al menos seis libros... no sé, gente corriente, valiosa, quizás universitaria, que ven películas de Woody Allen y de vez en cuando van a un museo, que saben quien fue Prim, que tienen buen corazón y dan los buenos días a la panadera, que se preocupan por el retroceso del Ártico... en fin, personal del bueno, por así decir.

Pues se ha podido ver a esa gente derrumbarse con la noticia, sentirse apabullados por la traición, puestas sus esperanzas en esa cosa del Proces, o como se escriba. A mi me intriga otro proceso; el interior que en un ser humano razonable llega a carcomerle el entendimiento de tal manera. Porque para mí, un ser simple con el colegio mal terminao, me resulta sencillo hacer un puzzle de dos piezas tanto como anticipar que en esa tarde torera no quedaba otra salida que un remedo pedorro de la cabeza locomotora de la cosa.

Quede claro que me refiero a cierto tipo de personas, no a esos primates infrahumanos que expresan su ideología levantando el brazo en todas sus variedades, incluso haciendo dos peinetas a la vez, porque se ve que con dos peinetas te mandan más a la mierda que sólo con una, vaya usted a saber.

No sé cómo expresarlo mejor ¿Qué esperaban? Con la que estaba ya cayendo, las empresas a escape, el nacionalismo rival enardecido y dopado, las instituciones apretando válvulas y en el extranjero dando la espalda y volviendo a repetir lo de siempre: estos del sur siempre con chorradas, que se arreglen ellos.

¿Cómo es posible no ver venir la tormenta? Esa es mi pregunta. Debe de haber algo que no alcanzo a entender, o quizás a sentir, pero ver a esas gentes con aspecto de personas de provecho despertar del sueño me hace comprobar que apenas nada sé del ser humano. No entro a valorar si su visión es o no decente, apropiada o legal. Ni siquiera si es acertada o disparatada. Lo que quiero enfocar es ese momento concreto de la tarde y verles sorprendidos y defraudados por el anuncio. Quizás yo soy muy listo, pero cuando veo una comedia americana, de esas de melaza pura, sé desde los créditos iniciales que tras muchas vicisitudes el chico y la chica acaban juntos. Sorprenderse por esos finales siempre me pareció de tontos, la verdad.

Pues así están las cosas. He ahí una cuestión de interés.

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