El precio de los "likes"
¿Alguna vez has pensado dónde va todo eso que compartimos en las redes sociales? ¿A quién llegan todos los datos que facilitamos, ya sean contraseñas, datos personales o hasta nuestras búsquedas personales de Google?
En el mundo tecnológico en el que vivimos resulta fácil saber nuestros gustos, nuestros hobbies, con quien nos relacionamos, a dónde vamos o lo que queremos comprar. Basta con hacer una simple búsqueda en Google para que un complejo sistema se ponga en marcha para rastrearnos y ofrecernos publicidad relacionada con ello. ¿No te ha sorprendido alguna vez un anuncio en una página web de algo que justamente es lo que estabas buscando? A mi sí, cientos de veces y al principio te sorprende, pero luego te das cuenta de que estás vendiendo a alguien tus datos y que las famosas "cookies" están para eso.
Dejando a un lado el destino de lo que compartimos nosotros mismos, hoy quería escribir sobre los "likes" o los "me gusta" para quien no entienda el anglicismo. Hay mucha gente que decide compartir minuto a minuto lo que está viviendo para recibir "feedback" de la gente que está al otro lado de la pantalla y así subir su autoestima. Quizás únicamente lo que quieren es mostrar que son felices, cuando en realidad no lo son.
Pongamos un ejemplo, dos personas están tomando un café y una de ellas se para a subir una foto de ese momento. Lo que parece que está vendiendo es un momento en el que lo está pasando bien pero en realidad, esa persona está más pendiente de que su foto tenga "likes" que de tener una conversación amena con la otra persona.
Hemos llegado a un punto en el que nos importa más la concepción que los demás tengan sobre nosotros mismos que de pasarlo bien y vivir nuestro momento. Parece que si nadie "nos aprueba" lo que hacemos mediante "likes" no somos felices. Y yo me pregunto ¿de verdad hace falta llegar hasta este extremo para disfrutar nuestra vida? Yo no digo que no haya que utilizar las redes sociales, ya que yo también las uso y de vez en cuando publico algo, sino que hay que usarlas con responsabilidad, sin perder de disfrutar nuestros pequeños momentos.
Rocío García Vijande, Villar (Luarca)
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