Para Juan, de Tuilla... y nuestro
Entré con Juan en esta casa, entonces Dirección Provincial de Educación y Ciencia, regentaba por el inigualable Sr. Freán, secretario provincial de Educación hace ya 27 años, y la verdad nunca pensé que experimentaría las sensaciones que en estos años se han fosilizado dentro de mí.
La juventud, esas ganas de aprender, de hacer las cosas bien, cómo no, de agradar, de superación y de ganarme el respeto, encontraron en aquel momento en mi compañero Juan, más veterano que yo y con más experiencia, buen compañero de viaje.
Cuántas confidencias en aquel gabinete de prensa bajo la tutela de Carlos María de Luis, con el desparpajo, la confianza y la inocencia funcionarial como principales ingredientes.
A tumba abierta ante cualquier circunstancia que se avecinaba, y con la seguridad que daba sentirse respaldado por aquella gran familia que formábamos la tropa de la aquella dirección provincial.
Y parte, para mí importante de aquel elenco, era Juan, Juanín (para aquellos que en ocasiones querían sacarle algo de “extranjis”), compañero y colaborador de todos y a quien siempre procuré corresponder a su displicencia como compañero, pero sobre todo a su aceptación a todos los niveles que mostró siempre hacia aquel cazurrín que con pánico comenzaba una vida administrativa sin nada ni nadie en quien sujetarse.
Pero, inicios duros suelen ser fortaleza, y aquí estamos 27 años después todavía enhiestos, pese a quien le pese, que seguro hay más de uno/a. Qué sabrá esa gente.
Imposible plasmar en escasos renglones todas aquellas experiencias. Inútil airear nuestras reflexiones, ya se sabe por lo general, no está hecha la miel para la boca del asno y desde nuestros orígenes humildes por excelencia, disfruté y aprendí de forma extraordinaria de aquellas vivencias compartidas.
En tanto tiempo hemos manido de todo tipo de inquietudes: profesionales, políticas, personales y me llama la atención profundamente que aún divergiendo en ocasiones y a pesar de nuestra diferencia generacional, cultural y distinto origen social y geográfico, nunca experimentase en tí ningún atisbo de rechazo hacia mí, como compañero y sobre todo como persona, concepto que no figura en nómina y que si figurase a más de uno nos deberían aplicar un reparo de dimensiones bíblicas.
Resultando pues quiméricas mis pretensiones de expresar en poco espacio de tiempo y lugar todo lo que mi mente y corazón almacenan, y dado como sabes que soy a la melancolía, mucho más en estas ocasiones, además tener la desgracia de padecer de una memoria fatalmente enfermiza, no me enroco más y sí oriento mi alegato a darte mi enhorabuena por haber llegado de una manera más que digna a tu meta profesional. Ya sabes aquello de lo que tanto hablábamos: “el júbilo...”, sea ya en tu caso la ansiada jubilación, después de tantas idas y venidas desde tu cuenca minera del alma.
Estimado Juan, muchas gracias por todo. Por lo uno y por lo otro. Para mí has sido un referente en la casa, no me parece necesario habitar un acomodado despacho enmoquetado, para ello, y tu trabajo y colaboración con todos los que formamos o han formado parte de ella, han sido plenamente satisfactorios, da fe la recurrente expresión tantas veces repetida: “¿Dónde está Juan?, cuando esté por aquí que venga le necesito”.
Se te echará en falta entre aquellas cuatro paredes y aunque a veces pasasen días prácticamente sin mediar palabra, por aquello de cumplir primero, esa presencia de tu ausencia me hará echarte de menos.
Aunque has de volver por aquí a saldar deudas con la empresa en forma de días, no me he resistido a este humilde homenaje en forma de carta, inspirado también en la forma sincera, sentida y cariñosa con que todos tus compañeros te despedían alrededor de tu mesa.
Y ahora sí, mi despedida Juan. Te deseo todo lo mejor en tu nueva etapa junto a tu gente. Que disfrutes a tope de tu tiempo. Ya sabes, todo es cuestión de imaginación, abrir el atlas y.... a volar ¿te acuerdas?
Entretanto aquí nos quedamos en la ahora Consejería de Educación y Cultura, quién sabe qué estaciones nos tendrá deparadas el destino, pero sea donde sea, es seguro que el que firma dará constancia de muchas de las experiencias compartidas contigo, Juan, que desde Tuilla viniste para quedarte un poco con todos nosotros.
Felipe Carbajo
Oviedo
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