Descansar en paz
Hay fechas que nos encogen el corazón a todos los que debemos homenajear con motivo de la Festividad de Todos los Santos, a algún ser querido que un día estuvo a nuestro lado y hoy ya no está entre nosotros.
La llegada para visitarlos al cementerio donde reposan es triste para la mayoría, y los pensamientos son diversos, dudosos y contradictorios. Pero cuando las conciencias están tranquilas, la salida tras colocar unas flores y rezar una oración son más confortables al considerar el deber cumplido.
Sigo hablando de la mayoría, y estoy seguro que estas dudas no son sino una muestra más de nuestro cariño y atención en vida a nuestros antepasados, que surgen al sentir que nos hubiera gustado haberlos querido más.
Deberíamos entrar en el camposanto como si de un pueblo silencioso se tratara, donde el espíritu de sus residentes disfrutará de nuestro recuerdo y presencia. Yo miraré a la derecha y a la izquierda, tratando de saludar virtualmente a cuantos amigos allí eternamente descansan, y al llegar al fondo me encontraré con los que un día fueron mi familia, adornaré su sepultura y hablaré con Piedad, Ulpiano y mi abuela Leonides, de la única forma posible, que es la oración y les diré: "Os quise, os recuerdo y os deseo que descanséis en paz".
José Luis Cano Riesgo, Oviedo
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