Empanada mental
Después de todo lo que llevamos vivido y viendo, con la deriva de la política en Cataluña, a uno al final, lo único que se le ocurre pensar y decir, es que somos (con perdón) un país torpe que tropieza una y otra vez en la misma piedra, y no acaba de enterarse de en que parte del camino está ubicada para tratar de evitar el tropezón de una vez por todas.
No se puede entender que después de haber vivido lo de octubre de 1934, y luego una Guerra Civil de tres años y una dictadura de cuarenta años más, terminada ésta y llegada la democracia, hayamos sido tan cándidos y a la vez tan torpes, de volver a caer en los mismos errores de entonces y conceder a Cataluña transferencias gubernamentales que hoy como entonces, nos vuelven a colocar en una situación de enfrentamiento difícil de resolver.
En mi modesta opinión, a la vista de lo que entonces habían hecho, nunca se les debería volver a conceder el derecho a una policía autonómica; menos aún, permitir que la educación de niños y jóvenes pasara a manos del gobierno autonómico, dando con ello la posibilidad de tergiversar la historia de esa parte del país y de toda España, consiguiendo con ello, en mi opinión, tener hoy una nueva generación de hombres y mujeres formados en el convencimiento de que España no es su patria, sino una especie de potencia opresora que los tiene esclavizados y viviendo a costa del sufrimiento y sacrificio del pueblo catalán. Pueblo que considero noble y trabajador, pero que permite que sus políticos lo maneje cual pastor que con ayuda de su fiel mastín, conduce al rebaño a dónde le conviene, aunque esa conveniencia sea el precipicio.
Viendo lo que hacen y escuchando lo que dicen, uno llega a la conclusión de que les han cocinado una empanada mental que les ha hecho creer que en esa cocina no cabe la posibilidad de confeccionar ningún otro plato. Serán un pueblo noble, no lo pongo en duda, pero sus actuales políticos, dejan mucho que desear. Las leyes son para cumplirlas, pero sus políticos se las pasan por la entrepierna. El señor Tajani, presidente del Parlamento Europeo, en su discurso en los Premios "Princesa de Asturias", acaba de decirles con total rotundidad que: "cuando el Tribunal de Justicia dicta una sentencia, se aplica y punto". Yo añado: quien la hace, la paga. Ya está bien de victimismo injustificado. Acabareis cosechando lo que habéis sembrado: rechazo y odio. Para terminar se me ocurre recordarles la moraleja de la fábula de Iriarte que dice: "Reveses de fortuna llamáis a las miserias, ¿por qué? si son reveses de la conducta necia".
José Luis Álvarez Lauret, Gijón
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