Los encuentros de la familia González de Lena
Nos encontramos en la plaza de Riego, en Oviedo, Angelita y Juan, José, mi hermana Matilde, Julio y yo. Fue por San Mateo, en plenas fiestas de la ciudad. Para celebrarlo, nada mejor que vino y tortilla, en el bar situado enfrente del Ayuntamiento. Pasamos allí el resto de la noche. ¡Nos encontramos tan bien...! Comentamos que era la única vez que nos encontrábamos sin que el luto nos reuniese, y decidimos que el primer sábado de octubre podríamos convocar al resto de nuestras respectivas familias. También decidimos hacer lo propio con nuestros parientes de Caborana, Pola de Lena y Payares.
Hecho. Al día siguiente, hablé con Vital para que se encargase de los de La Pola; con Vicente para que hiciera lo mismo con los familiares de Caborana, y con Domingo.
Juan José quedó en buscar sitio. Me llamó; había decidido que sería en el llagar de Herminio, en Colloto. Y como no sabía cuántos íbamos a ser, iría pidiendo sobre la marcha.
A las siete llegábamos al llagar. Ya estaba allí Angelita y Juan José, Vital y Lolina, Luisa Neira, Chema y Andrea, José María, Vicente y Sarines, Vicente y Justina, Fernando y María Luz, Luis y Charo, Juan y Margarita. Josefina y Bernar y Domingo y África, Rosa Mari y Donato, fotógrafo perpetuo.
Habíamos hecho en casa una escarpela, un cartonín blanco ribeteado de rojo y azul. Con cinta del mismo color, y con el lema: “Primer encuentru de la familia González de Lena - Primero de octubre de 1983”. Y surtió efecto la cosa. Al tiempo que lo colocábamos, íbamos identificándonos: “Yo soy el hijo de Vicente, Caborana; yo Antón; yo de Lourdes; yo de Hermesina; yo soy de Pajares...”.
Juan José, entre tanto, calculaba las tortillas, y en las mesas de mantel de cuadros iban apareciendo fuentes de chorizos, jamón, pollo al ajillo, etcétera.
Aquello estaba lleno de gente, pero poco a poco fuimos tomando nuestro territorio. Y allí, en la esquina del local, desplegamos nuestra pancarta de papel de rollo, color beige. Se celebró este ceremonial con una fuete ovación, y entonces Vicente, subido a una banqueta, leyó la salutación que mi madre había escrito.
Fue una explosión de alegría. Y a partir de aquí, surgieron cantos, las tonadas, la jota de Payares bailada por Tere y Bernard. Fue una auténtica gloria. Y Juan José se arrimaba a mí y me decía: “¿Ves la que armamos?”.
Pasaron 35 años de esto y seguimos reuniéndonos, con el recuerdo de los que faltan...
“Llagar de Herminio, primero de octubre de 1983 - Latores 7 de octubre de 2017”.
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