Nel, Manel, Manuel
Son las 00.39hrs del jueves 26, en estos momentos de vértigo vuelvo la vista atrás, con intención de compartir mis sentimientos, tanto con quien se sienta identificado como los que consideren que mejor estaba durmiendo. Hace más de 10 años que estoy en Barcelona, tierra que me acogió como a uno más, sin preguntar por pasaportes, sino por qué quería aportar para hacer de este lugar un sitio mejor. No es mi intención debatir de política, hay multitud de opiniones autorizadas (o no) y artículos en multitud de periódicos que desgranan los pros y contras del independentismo, y considero que ya tenemos (o deberíamos tener) a nuestros representantes políticos para hacer su trabajo y resolver esta situación, aquí encontrarás lo que siento, sin ánimo de adoctrinamiento, en ninguna dirección.
Nací en Asturias hace 43 otoños, orgulloso de mis orígenes, preguntad a cualquier asturiano que conozcáis, si no conocéis a ninguno, yo os ofrezco mi casa para visitar nuestra tierra, siempre seremos asturianos, posiblemente antes que españoles, pero siempre integradores de un proyecto común. Encontraréis nuestro sentimiento en la canción que todos cantan con varias copas de más, pero que refleja fielmente lo que aquí comento.
Desde que tengo uso de razón, siempre me he sentido identificado con Catalunya, el mejor modelo de integración y tolerancia, adalid de la democracia. Es curioso, pero si preguntárais a mis amigos catalanes (independentistas o no) os dirían que soy el culé más extremista que conocen. Exageran, o eso creo yo, pero sobre todo, que disfruto de la ciudad y de su gente como si fuera mi último día aquí.
Mientras escribo estas líneas, velo el sueño de mi hijo catalán de 8 meses. Su nombre es Nel, o Manel, o Manuel, todos son válidos, todos significan lo mismo, con el objetivo dar un nombre a lo más importante que nos ha ocurrido a mi pareja y a mí mismo en toda nuestra existencia. Y mientras le miro, pienso en qué le deparará el futuro. Como padre, espero lo mejor para él, da igual a qué se dedique, o si tendrá más o menos éxito, espero y deseo que sea feliz, que esté donde esté, sea uno más y, lo mismo que sus padres, esté orgulloso de su tierra, de Catalunya en su caso, como lo estaba su padre el día que recorrió las calles de Gracia, o Sarriá, o Poble Nou por primera vez.
Vivimos momentos convulsos en Catalunya, con un precipicio al final del camino que nadie ha recorrido hace más de 40 años, otra coincidencia, yo soy uno de esos niños que nacieron con la Constitución, fruto, en mi caso, del deseo (y muchísimo más) de mis padres, a los que les debo todo, ni en varias vidas les pagaría todo lo que han hecho por mí. A ellos, y al resto de los que estáis leyendo estas líneas, independientemente de donde hayáis nacido o de vuestra ideología, os digo que ya que nuestros políticos no están a la altura, lo estemos nosotros, los ciudadanos. No hagamos de esta situación una lucha fratricida, sino una oportunidad de reforzar lo que nos une más de lo que nos separa. Nel, Manel y Manuel, junto con el resto de vuestros hijos, nos lo agradecerán eternamente.
Pablo Sierra Peleteiro
Barcelona
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