Mendigos
Me llega la noticia del fallecimiento de Manuel Manzano Ramírez, que vivió cincuenta y ocho años de tribulación y ruina.
Reviso las noticias y pienso que ahora la sociedad puede eludir su fracaso. Ya que Manolín, sin duda, era el obstinado testigo del fracaso de nuestra sociedad.
“Una estampa icónica” de la pobreza químicamente pura. Esa pobreza que a la carencia absoluta de recursos materiales añade la desilusión continuada, la desesperanza permanente y el fracaso total.
El autor del artículo dice: “Familia de once hijos devastada por las drogas y la mala vida”. Empezó antes “la mala vida”. Y en ese tiempo la sociedad pudo actuar. Las drogas llegaron después.
En ninguno de los artículos de prensa que leí se dice si Manolín fue llamado a filas. A los mendigos de su edad, incluso menos, la sociedad que nada les había dado, también los convocó para incorporarse al Ejército. Si alguno de ellos no fue capaz de soportarlo y desertó (según mis fuentes), lo condenaron a quince años de prisión.
Manolín nos abandona, según parece, con alguna pena y mucha gloria. Su retrato acompaña a los próceres en el templo local de las artes plásticas.
A finales de agosto falleció un mendigo ovetense, conocido de los servicios de infancia del Principado, en la ciudad de Vigo. Sus restos yacen en una fosa común.
Manuela Álvarez González
Oviedo
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