CC OO y la "Marcha de hierro"
Hace unos días supimos por información de LA NUEVA ESPAÑA, que CC OO había celebrado en Avilés un acto en memoria del XXV aniversario de la famosa "Marcha de hierro" de 1992 por parte de algunos de los que entonces formábamos la plantilla de ENSIDESA.
Desde hace años por estas fechas, venía siendo costumbre por parte de algún dirigente de UGT asomarse a este periódico y otros medios de comunicación, para vendernos (a mi entender) los logros conseguidos con aquella marcha hacia Madrid y la consecuencia posterior, en los acuerdos que dieron paso al expediente de regulación de empleo (ERE) 233/92 para prejubilar a más de cinco mil trabajadores o empleados de ENSIDESA.
CC OO, a la que yo estaba afiliado desde hacía años y de la que después forme parte de una comisión de seguimiento de los acuerdos y cumplimiento de los mismos en defensa del colectivo de trabajadores prejubilados y elegido democráticamente en asamblea por los compañeros del sindicato en Gijón que formábamos la primera tanda de prejubilados de dicho ERE, nunca estuvo de acuerdo ni firmó lo que la empresa, UGT y algún otro, habían acordado para dar paso al ERE ya mencionado, por considerar que dejaba una buena parte de flecos sueltos, que considerábamos totalmente negativos para los trabajadores obligados a prejubilarse (digo obligados, porque así fue) o aceptábamos la prejubilación o nos despedían con la indemnización que contemplaba la normativa de entonces, es decir: o la espada, o la pared.
Los flecos a los que me refiero fueron poco a poco dejándose ver. Unos meses después de abandonar la empresa, el gobierno de entonces (socialista) cambió la normativa fiscal y sometió las prestaciones por desempleo a tributación en el IRPF. No se tuvo en cuenta que nosotros ya habíamos salido de la empresa con una cobertura salarial pactada y que ese cambio en la fiscalidad nos restaba una buena parte de nuestros ingresos mensuales. Por si lo anterior fuera poco, como el INI estaba en proceso de cambio, resulta que ENSIDESA pasó a denominarse Corporación Siderúrgica Integral (CSI) y por arte de los magos que entonces manejaban el asunto, de pronto nos vimos con que nuestras cotizaciones a la Seguridad Social para la jubilación al llegar a la edad reglamentaria, quedaban congeladas y sin revalorización conforme al convenio del personal de activo en la empresa, tal como había sido pactado. Hubo que recurrir a magistratura y al final se solucionó favorablemente.
Luego cambiaron la normativa sobre la jubilación, aumentando progresivamente de ocho a quince los años a tomar para el cálculo de la base reguladora de la pensión de jubilación reglamentaria, y tampoco se tuvo en cuenta al colectivo de prejubilados que habíamos salido de ENSIDESA en unas condiciones que tenían en cuenta una normativa que pasaba a ser modificada. Es decir, que en lugar de cambiarla para el futuro, en la práctica lo hicieron con carácter retroactivo, ya que nosotros ya estábamos prejubilados y no teníamos ninguna posibilidad de cambiar nuestra situación, lo que nos restó buena parte del importe de la pensión que en derecho nos habría correspondido tras muchos años de cotización a la Seguridad Social. Hubo otra trampa muy de bulto, y es que había en los acuerdos del ERE una fórmula de indemnización al llegar a la edad de jubilación reglamentaria, que curiosamente al aplicar a ella los datos correspondientes a los ingresos de cada cual: nivel salarial, antigüedad, régimen de turnos y demás, del personal laboral, siempre arrojaba un saldo a cobrar cero. Por el contrario, en los niveles salariales altos, mandos y privilegiados de todo tipo, la mágica fórmula, siempre arrojaba un saldo a cobrar muy positivo a favor de quienes nunca habían tenido que sudar la camiseta ni poner su salud y vida en riesgo en los cientos de puestos de trabajo peligrosos que una industria de ese tipo tiene.
Por todo lo expuesto, uno cree que por parte de CC OO no habría nada que celebrar, y sí mucho que lamentar. Todo mi agradecimiento y respeto a los compañeros que durante tantos días caminaron desde Asturias a Madrid; estoy seguro que lo hicieron con la mejor intención, pero si salieron de la empresa obligados por aquel ERE, en nada salieron beneficiados de haber hecho tan duro sacrificio. Por el contrario, si les vino muy bien a algunos de los que quedaron en la empresa y consiguieron con la reconversión puestos y escalones retributivos y luego pensiones máximas con las que jamás habrían soñado.
José Luis Álvarez Lauret
Gijón
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