¿Futuros empresarios?
A menudo siento como esta sociedad en la que vivimos nos empuja a un abismo de contratos, idiomas, multinacionales y un largo etcétera en el que ellos mismos se encuentran, a mi ver, más perdidos que nunca.
Desde bien pequeños nos incitan a participar en el mundo de la economía; comienzan con breves charlas sobre cómo administrar nuestros bienes para sumergirnos en concursos escolares del tipo menudos empresarios (donde, por otro lado, los jóvenes asturianos se defienden dignamente).
A medida que crecemos, nos enseñan, entre otras cosas, a crear nuestras propias cooperativas y descubrir los pasos a seguir para llegar a ser unos buenos empresarios (o al menos eso parecen esperar de nosotros).
Pero esto no termina aquí. Desde los tres años nos enfrentamos con las dificultades que un segundo idioma, el inglés, supone.
Somos conscientes de que nos espera un futuro profesional difícil, donde los codazos y las entrevistas se decidirán dependiendo de la preparación y los idiomas que dominemos.
De igual modo, somos conscientes de que se nos está exigiendo aquello que los propios representantes de nuestro país son incapaces de cumplir.
Quizá tenga razón Vicente Verdú, y se trate, una vez más de esa fascinante capacidad de contagio de los americanos; y nuestros predecesores quieran (en un alarde de convertirse en una copia barata americana), hacer de nosotros esos grandes y trabajadores empresarios que levanten España.
¿Lo conseguiremos?
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