Sanatorio Adaro
Desplazándonos por el corredor del Nalón y entre las localidades de Ciaño y Sama de Langreo, descubrimos cinco impresionantes pinos altísimos y estilizados que nos comunican que allí mismo se encuentra el conocidísimo Sanatorio Adaro. Con su color granate y sus más de cien años de antigüedad, y a la orilla de nuestro rio Nalón, sigue funcionando a pleno rendimiento, cuidando siempre de nuestra salud.
Hace ya unos cincuenta años entre por primera vez de mano de mi madre a visitar a mi padre, que había sufrido un accidente en la mina del Fondón. Aquellas salas llenas de hombres mayores, la mayoría mineros y llenos de vendajes y escayolas hicieron que los pelos se me pusieran de punta, pues tan solo contaba con cinco años de edad y era la primera vez que entraba en un hospital. A todos niños las batas blancas les dan un poco de pavor. Durante estos años lo he visitado por motivos de rehabilitación, hoy llevo un mes pasando muchas horas entre sus paredes, acompañando a aquella mujer que me llevó hasta allí, hace tanto tiempo. Esa mujer es, mi madre, que se encuentra convaleciente de una operación de cadera.
Como dijo el señor Tácito Suarez, en el certamen de bioética celebrado en el cine Felgueroso de Sama," es urgente humanizar la asistencia sanitaria ya que se están enfriando las relaciones entre los sanitarios y los ciudadanos, debemos tratar al paciente del mismo modo a como nos gustaría ser tratados". Es toda una gran verdad que los pacientes necesitan ese trato. Como también dijo Marlén del Valle: "a veces, una sonrisa vale más que un analgésico". Bajo mi punto de vista, muchas veces cuando esto falla, es sencillo: no es lo mismo dos enfermeras para veinte enfermos que cuatro enfermeras. El estrés y la aglomeración de trabajo y el cansancio, muchas veces, ocasionan, malas caras o malos gestos. Todos debemos de luchar para que esto no suceda y todo quede en un "savoir-faire", el buen trato.
El ejemplo lo tenemos en el Sanatorio Adaro, la amabilidad de todas las personas que allí trabajan cada día es exquisita, aunque también en ocasiones se note la escasez de personal, sus sonrisas y sus maneras ayudan a pasar las horas, dentro de sus cuatro paredes. No quiero dejar de mencionar, y dar las gracias a todas las personal de la segunda planta, sobre todo la 2ºB, y nunca olvidarme bajo ningún concepto al equipo de rehabilitación del centro, considerado de lo mejor de Asturias, el trato recibido allí por su personal es digno de admiración. Gracias.
Aladino Fuertes Valdés
La Felguera (Langreo)
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