No es Suárez, por desgracia
La Declaración Unilateral de Independencia (DUI) es la “Crónica de una muerte anunciada”. Desde el momento en que el señor Puigdemont llegó a la presidencia de la Generalitat, se sabía (pues los fanáticos siempre llevan a cabo sus propósitos por descabellados que sean). No hay más que ver los comportamientos de los “ultras” en el fútbol, como en política.
Pero el señor Rajoy ¿ha hecho lo que se espera de un político en democracia? Un dictador no necesita dialogar con nadie, se hace su voluntad y punto. Cuando en el 2012, el señor Artur Mas indicó el camino que el independentismo iba a seguir era el momento de hablar, de llegar a acuerdos, incluso un referéndum pactado, no esperar a que llegara el señor Puigdemont u otro radical. Pero Rajoy no es Adolfo Suárez, por desgracia.
Se hicieron referéndum en Escocia y en Quebec (dos) 1980, 1985, y no pasó nada. En Quebec no les quedarán ganas de volver a intentarlo, pues ya a raíz del primero empezaron a perder empresas que no han vuelto y, además, el Gobierno de Canadá fijo unos términos que lo hacen prácticamente inviable.
Aquí también se podría haber hecho. ¿Qué hay que cambiar la Constitución? Se cambia. ¿No se cambian las células de los genes para que nazca un ser humano sin alguna tara genética? Creo que es más difícil que cambiar una ley. Además, sabiendo que las estadística, incluso una del 18-21 de septiembre de 2017, sólo daban a los independentista un 40 por ciento de los votos.
El señor Rajoy pasará a la historia por lo menos como un irresponsable, por no tener altura política que correspondía en estos momentos y haber evitado esta catástrofe.
Manuel Morán Rodríguez, Oviedo
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