La pantera rosa
En peu de pau (en pie de paz), que mi ignorancia del dialecto catalán me hizo confundir, al traducir al español, con ‘un pedo de paz’, parece que se ha convertido en la consigna del colectivo independentista, en el que se incluyen Òmnium Cultural o Assamblea Nacional Catalana, que son los mismos que hasta tal punto dan en el trullo la tabarra a los presos comunes, con sus murgas independentistas, que estos desean ser trasladados a otra cárcel, en aras de evitar una doble condena. ¿No podéis dejar en paz a los dibujos animados? Empezaron con Piolín, el pajarillo tierno y dulce y ahora con la Pantera Rosa, de la que guardo un grato recuerdo, porque forma parte de mi infancia, ya que me comía los sabrosos pastelitos rosados que le dan nombre. Pues, agarraos, porque estoy más indignado que el gato Silvestre en una cacería de ratones ante la nueva estrategia del incombustible y provocador Puigdemont: no caer en ninguna provocación y hacer como la Pantera Rosa, borrar sus líneas y pasar desapercibida. ¿Qué hacemos con Henry Mancini, el compositor?
Después de las líneas rojas, ya es posible que se hayan traspasado las fronteras. La CUP llama a la “desobediencia civil masiva” y el Parlament, para responder al Gobierno de la nación, proclamará a la mayor brevedad la República Independiente de Cataluña. Mientras Amnistía Internacional Catalunya piensa que “con la cárcel de los Jordis se ha traspasado una línea roja”, otra más. Quizá el problema radique, no tanto en la línea, que no deja de ser una recta, más o menos larga, sino en que la inmensa cantidad de líneas trazadas ya se han convertido en un asterisco irreconocible. El problema de las democracias que únicamente reconocen derechos y no obligaciones es que con el tiempo se vuelven caprichosas. Cada cual hace lo que le viene en gana sin atender a razones. Como la joven de 23 años detenida por agredir a su padre (de 68) a martillazos en las calles de Madrid.
Hay que tener mucho cuidado con el gas. Gas butano o el de ciudad, digo, no el otro GAL, que lleva ele al final, de cuando la época socialista del tiro en la nuca y la cal viva. El lobby del gas gastó en 2016 más de 100 millones en influir sobre las políticas europeas. El comisario para el Clima y la Energía, Miguel Arias Cañete y el vicepresidente de Unión de la Energía, Maro Efovi, se reunieron hasta 460 veces con estos lobbies en dos años y medio. Acciones de acercamiento a los políticos de Bruselas, a través de consultoras de relaciones públicas, a las que las compañías de la industria del gas les pagaron millones de euros, con el fin de difundir la mentira de que el gas es un combustible fósil limpio, a pesar de que es tan malo o peor para el clima que el carbón (o el petróleo).
Luis Ángel Gil Urbón, Gijón
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