Rallye a la puerta de casa
Vivo en un entorno "privilegiado":
No dispongo de servicio público de transporte a ninguna hora del día.
La carretera que me conecta con la "civilización" ya no tiene unas pozas donde te juegas el coche cada día, por fin han puesto unos pegotes de alquitrán para taparlas.
El acceso a internet en el mejor de los casos llega a ser penoso.
Las tormentas me obligan a desconectarme la red eléctrica, decisión tomada tras múltiples averías por sobrecarga, de las que nadie se hace responsable.
El acto cívico de reciclar se convierte en un acto "heroico", trasportando en el coche plásticos, latas y cartones al punto más cercano.
La mejora en la canalización de aguas fecales, ni llega ni se la espera
Servimos de basurero pirata, por lo recóndito de nuestra ubicación.
Etc., etc., por no seguir aburriendo con mis privilegios.
Pues bien, por segundo año consecutivo nos otorgan un privilegio extra: un rally que pasará (11 del 11) literalmente por la puerta de casa y nos impedirá salir o llegar a nuestro domicilio. El año pasado después de trabajar toda la noche, no puede acceder a mi casa, me cerraron el único acceso disponible. Este año que lo "disfrutaré" desde casa, espero no tener que salir ni al hospital ni a la compra.
Desde ya, los pilotos están entrenándose, "reconociendo” como dicen en su argot. Nos intimidan con sus ruidos, su velocidad de vértigo, impidiéndonos salir a pasear o haciendo que cada salida en coche, algo totalmente imprescindible, nos ponga los pelos de punta o por decirlo con otras palabras, los huevos de corbata.
Gracias a los responsables del evento y a los que lo autorizan, por concedernos este inmenso privilegio, no solicitado, que no traerá ningún beneficio a la zona y con el que permitiremos satisfacer el ego de un grupo de "señoritos", para que luzcan sus destrezas, contaminen con sus ruidos, con sus gomas quemadas y su gases de combustión...
Sin rencor, pero solicitando al menos ser oído, un privilegiado y olvidado ciudadano de segunda.
Luis Velasco Álvarez
Langreo
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