El dinero de Puigdemont
¡Ay! el dinero, vil metal, cuántas alegrías y disgustos puede dar. En el sainete catalán a muy pocos parece preocuparles quien o quienes estaban tras la financiación del golpe y de dónde sale el dinero con el que el expresident Puigdemont y sus secuaces, los también destituidos consejeros de la Generalitat, viajan, se hospedan en caros hoteles y organizan numeritos en Bruselas. Y de dónde sale la pasta gansa con la que piensan vivir en el extranjero, no como pordioseros precisamente, mientras les dejen y mientras puedan. Yo estoy completamente seguro que Puigdemont y su banda no están pagando de su bolsillo todos esos gastos, y seguramente esa es una de las razones por las que en esas ruedas de prensa solo admiten preguntas de los medios afines ¿ha sacado usted a Bruselas fajos de billetes en bolsas de plástico, como hacía su admirado mentor Jordi Pujol y su esposa, “la madre superiora”, cuando se lo llevaban a Andorra? ¿quién está pagando todo esto? le podían espetar.
No es asunto baladí, como en la canción castiza, que nos preguntemos ¿”de dónde saca pa tanto como destaca”? Las acusaciones de la Fiscalía contra Puigmemont no solo comprenden la rebelión y la sedición, también la malversación de fondos públicos, y esta última debe estar sustanciada no sólo en lo que la Generalidad ha estado empleando el dinero de los contribuyentes durante años, en sus aventuras sediciosas, también en el posible robo, todavía mas grosero, al que apuntamos. Sin embargo, el asunto del uso del dinero que hicieron y que están haciendo los conspicuos independentistas, aunque sin duda delictivo, es el chocolate del loro, en cuantía, a la inmensa cantidad de fondos que iban a necesitar para financiar los primeros meses de su aventura separatista y poder pagar a decenas de miles de funcionarios, proveedores, amortizar deuda, etc, quedando fuera de la UE, de la Zona Euro y sin la cobertura del Banco Central Europeo.
¿Quién o quiénes iban a pagar todo eso? Responder a esta pregunta y desentrañar esta incógnita es fundamental, porque ese el “Elefante Blanco” que se escondía tras este intento de golpe de Estado.
J. J. J. Suárez González, Gijón
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