Conócete a ti mismo
La columna del lector
Conócete a ti mismo
Fernando Martínez Álvarez, Grado
En el siglo IV antes de Cristo ya había sido escrito en el pronaos del templo de Apolo, en Delfos, "Gnothi seauton". Conócete a ti mismo.
El pensamiento se atribuye a Sócrates, a Heráclito, a Tales de Mileto, a Quilón de Esparta, a Pitágoras, a Solón de Atenas, a Pítaco de Mitilene, Periandro de Corinto, Cleóbulo de Lindos, Bías de Priene..., así que parece lógico entonces pensar que en realidad se desconozca por completo su autoría. Pero llama la atención el hecho de que en años tan vetustos las personas ya le concedieran tanta importancia a la introspección.
A las cinco suena el despertador. Se da una ducha rápida, medio dormido. Se viste y desayuna frugalmente. Prepara su pequeña mochila con la comida para el día.
Alumbrado por la afligida luz de las farolas conduce el asfalto mojado y solitario.
A las seis entra en la factoría. Deja la mochila en la taquilla, saca la bata, se la pone y se dirige a su puesto de supervisión.
Nueve horas (excepto media para comer) de mirada centrada, sin despistes, sin pérdidas de atención: la concentración ha de ser total.
Se mete en la cabina, se ajusta las gafas, toca el botón del panel de mandos de la máquina y un parabrisas de coche aparece colgando delante de él. Tiene catorce segundos para su labor: revisar atentamente toda la superficie de la pieza y tratar de encontrar en ella burbujas, grietas, estrías o cualquier clase de defecto que signifique la invalidación. Un trabajo de atención absorbente, de sacrificada concentración.
Cuando no trabaja se encuentra con familiares, amigas o amigos y cae en la cuenta de que su forma de mirar, sus momentos mirando a los demás, son prolongación de esos otros de repaso profesional, de su forma de mirar en el trabajo.
Se da cuenta de que compara narices, advierte hoyuelos, disculpa cicatrices. Y de tal manera siente ejercido sobre él el poder de esa desviación laboral que su concentración en los rasgos externos de las personas le vuelve disipado el hilo de las conversaciones, le disocia tan profundamente su atención que hasta tiene problemas para captar la naturaleza de los mensajes.
He de recapacitar, analizarme, mirarme a mi mismo, conocerme por dentro. Quizá esa forma de proceder me haga conseguir una nueva perspectiva con respecto a los demás, se dice en sus momentos de conjeturar sobre su desorden.
Así que se da a leer al Dalai-Lama y a otros maestros budistas. Se sumerge en las filosofías de Platón y de Aristóteles, medita en los memorables aforismos de los siete sabios de Grecia, practica el zen y el tao. Rumia el "Gnothi seauton" de los griegos, el "Cnosce te ipsum" de los romanos y el "Know thyself" de los psicólogos americanos actuales. Practica yoga de forma continuada y consigue de ese modo profundizar en el conocimiento del conocimiento y en el conocimiento propio.
Varios meses después, su trabajo de inspección minuciosa en busca de posibles fallos en el acabado de los vidrios para los coches aun sigue siendo esa actividad igual de esclavizante y fastidiosa.
Pero en su tiempo libre, las cosas han cambiado de verdad. Con sus lecturas y sus meditaciones ha adquirido una nueva forma de estar, de sentir su cuerpo. Pero también de mirarse interiormente. Y con esta nueva contemplación de sí mismo ha logrado una nueva forma de mirar a los otros.
Si quieres conocer a los demás, conócete a ti mismo.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo