Todos a la cárcel
Todos a la cárcel. Es una frase muy dura, y la medida también lo es, pero la Justicia no puede mirar para otro lado después de los acontecimientos vividos en Cataluña y sus consecuencias, que no acabaron en tragedia gracias a la intervención del Gobierno de la nación, del Senado y de los tribunales. Pero esto no acabará aquí, ya estamos viendo a los que se escondieron en esos turbulentos días de proclamación de la República Catalana, esperando la reacción de unos y otros ante tales proclamas. Hoy se han visto delante del Tribunal Supremo y de la Audiencia Nacional a significados políticos apoyando a los insurrectos a su llegada a las sedes de dichos tribunales. No podía faltar, faltaría más, algún miembro de Unidos-Podemos para aplaudir a los que los fiscales pidieron luego prisión por los delitos de los que se les acusa. También estaba el anterior President, Artur Mas, que en mi opinión tuvo una desafortunada intervención delante de los medios de comunicación. Dijo que con los tribunales y violencia no se arregla el conflicto, entonces que los lleven a Corea del Norte, a ver si allí les tolerarían lo que hicieron aquí. No me extraña que los apoye, al fin y al cabo lo que hicieron fue seguir sus consejos para llegar a ese fatídico punto de sedición.
Todo este proceso antidemocrático nació después de las elecciones autonómicas de 2015, a las cuales se presentaba como candidato a la Presidencia, el Sr. Mas, por la coalición de PDeCAT y ERC, llamada Junts pel Si, pero que no obtuvo la deseada mayoría absoluta. Y tuvieron que acudir a un partido que se presentaba por primera vez, obteniendo diez diputados, llamado la CUP, Ciudadanos Unidos por Cataluña. La más absurda condición que pusieron fue que el candidato ganador, el Sr. Mas, no podía ser President de Cataluña, ni siquiera entrar en el Govern, verdaderamente vergonzoso. Diez diputados del Parlament pudieron más que los ciento veinticinco restantes. Los partidos de la oposición, Ciudadanos, PSOE y PP, se mantuvieron al margen ya que no querían pactar con ERC. Entonces apareció un nuevo candidato, Carles Puigdemont Casamajó, alcalde de Girona, un independentista de pura raza. Y así acabó todo esto, como el rosario de la aurora.
Ahora los partidos estatales, PP, PSOE y Ciudadanos, tendrán que ponerse las pilas para evitar que los resultados de las próximas elecciones del 21–D se repitan incluso con los mismos candidatos. Tendrán que vigilar cuando se proclamen los candidatos de los partidos independentistas que no figuren en sus listas los que hasta ahora formaban el Govern y el Parlament, porque de lo contrario se volverá a repetir la historia que acaba de finalizar. Asimismo para que esto no ocurra, los Tribunales tienen la última palabra.
Ángel Muñiz Fernández. Oviedo
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