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Ochenta años no son nada

4 de Noviembre del 2017 - José Antonio Noval Cueto (Pola de Siero)

Dicen que la mayor falta de ortografía es la ingratitud, y es intención de estas letras evitarla. Y es que el pasado 26 de octubre, en la tarde noche de un caluroso jueves, tuve el privilegio de asistir a una ceremonia de las que no se prodigan, de las que no abundan, donde una familia de empresarios, de esos empresarios que se arremangan la camisa, los Cosmen Alonso, Manuel y Amalita, y sus hijos Manuel, Gemma y Antonio, invitaron a sus amigos –entre los que me encuentro– a revivir recuerdos y a compartir proyectos e ilusiones. Porque el hotel Principado, uno de los ilustres y clásicos hoteles del Oviedo de siempre, cumple ochenta años y, con tal motivo, para agradecer tan larga trayectoria, reunieron allí más de trescientas personas, de todos los estamentos de la sociedad ovetense y asturiana: autoridades, políticos, empresarios, periodistas, antiguos empleados, familiares, amigos y muchos vecinos de Cangas… Para deleitarnos se sirvió abundante y documentada palabra, vino español con variadas y sabrosas viandas, agradable velada y las sorpresas que la ocasión siempre brinda.

Inició el turno de la palabra don Manuel Cosmen Alonso, hijo, que después de agradecer la fidelidad y lealtad que la sociedad ovetense y asturiana ha depositado siempre en el hotel, habló de los cambios realizados y de su intención de que las instalaciones respondan a las exigencias de los tiempos actuales, de esta ciudad y de su selecta clientela. Nos detalló las inversiones y trabajos efectuados, centrándose en su menú informático, exigencia de los nuevos tiempos y de la llamada “economía del conocimiento”, pero sin olvidar lo más importante: que después de “ochenta años de andadura estamos deseando sorprenderos con la misma ilusión que el primer día”.

Después le tocó el turno al ilustre periodista maliayés don Evaristo Arce Pandiella, que después de evocar recuerdos y vivencias de su época de estudiante, de profesional, concluyó afirmando que el Principado es un hotel señor, y de ello dan testimonio las muchas personas que por el mismo han pasado. Le siguió el periodista tinetense y ovetense de adopción don Carlos Rodríguez, que nos habló de la segunda edición de su libro “Historia del Hotel Principado”, nuevamente editado y ampliado para esta ocasión, donde nos da a conocer personas, hechos y acontecimientos que ponen de relieve la estrecha vinculación entre la ciudad de Oviedo y el hotel Principado, que ha alojado a personas como el presidente argentino Juan Domingo Perón, Fulgencio Batista, Carmen Polo, Pedro Sainz Rodríguez, José María Gil-Robles, Alejandro Casona, José Hierro y el mismísimo Camilo José Cela, entre otros muchos.

Por sus dependencias han pasado personas como Adolfo Suárez, Alfonso Guerra, Rafael Alberti y Francisco Ayala. En sus salones se han fallado los premios literarios “Ciudad de Oviedo” y “Tigre Juan”, y se celebraron las cenas culturales del colectivo Tribuna Ciudadana. Y esto sin meternos en el mundo de la ópera, verdadera tarjeta de presentación del hotel.

Cerró el turno de la palabra el alcalde de Oviedo, Wenceslao López, quien con un tono cariñoso y cercano agradeció a la familia Cosmen que confíe en Oviedo y contribuya a su mejora. Deseó que perdure el éxito que avalan estos ochenta años, y concluyó con una pregunta curiosa que nos hicimos todos en un día tan señalado. ¿Qué nos dirían esas paredes si pudieran hablar?¿Qué hablaría El Cordobés con su mozo de espadas, o Lola Flores con sus castañuelas? Quizás algún día la técnica nos lo descubra.

Acabado el turno de la palabra, sin que casi se bajaran del atril, empezaron los camareros a ofrecernos viandas y selectos y variados vinos –supongo que no faltaría el albarín de Cangas o el tinto– ,espumosos, refrescos... A partir de ahí, empezaba una larga y relajada celebración que todos aprovechamos para saludar al amigo, familiar, vecino o compañero de trabajo al que hacía tiempo que no veíamos, evocar o compartir experiencias; y por allí, saludando a cada uno de los presentes, la familia Cosmen.

No se pudo celebrar mejor la ocasión. No siempre se cumplen ochenta años en cualquier faceta de la vida, y más en el difícil mundo de la empresa y en los tiempos que vivimos; pero aquí entra una faceta singular, la del empresario de raza; la de la persona que es veinticuatro horas empresaria; que sabe de renuncias, de citas y encuentros en los días y a las horas más inesperadas; la del que está dispuesto a cualquier esfuerzo por llevar a cabo su proyecto, su ilusión; la de quien no espera a mañana para resolver un problema de hoy; la del que está cerca cuando arrecian los problemas y dificultades a sus amigos y empleados –hospitales, funerales– nunca los ha dejado tirados. La del Rey Mago que saluda a un amigo en plena cabalgata y hace que el hijo de éste, asombrado, pregunte a su padre: “Papá, ¿de qué conoces al Rey Mago?” Todo esto y más es Manuel Cosmen Adelaida, y todo esto lo aprendió en su Cangas natal y especialmente en casa de sus padres, cuando de pequeño, sin apenas llegar al émbolo de la máquina de gasolina, ya servía a sus vecinos.

Al inicio de estas letras os prometí sorpresas y algunas no previstas, como que hoy cumplan ochenta años el hotel Principado, Manuel Cosmen Adelaida y Carlos Rodríguez. Que sea precisamente el 80% el nivel de empleo que generan las empresas familiares en Asturias... Pero hay un algo más que no se dice o, si se dice, no se ha hecho con la suficiente fuerza: y es que un día como hoy quiero recalcar la vinculación que Manuel Cosmen Adelaida tiene con el concejo de Siero, especialmente con Lieres, de donde es su esposa, Amalita Alonso Pacho, hija de la singular e inolvidable Esperanza, donde pasa muchos veranos y demás tiempos de ocio desde hace más de cincuenta años, y donde siempre se ha implicado como un lierense más. No hace mucho fue pregonero de las fiestas del Cristo del Agua. Podría enumerar muchas cosas, pero siempre recordaré su inestimable ayuda para resolver la incomunicación que el proyecto de la Autovía del Cantábrico generaba en la zona de Les Faces, con serio quebranto para el vecindario.

Ochenta años no son nada y de ello dan fe eminentes periodistas como Emilio Romero, que en uno de sus mejores artículos decía : “ A mí no me importa nada que(las personas) vengan del pasado o del “glorioso pasado”, sino que sean de ahora mismo, y no por razón de edad, puesto que el censo de los jóvenes imbéciles cubre el firmamento; así como la lista de viejos chochos no es escasa”; yo, más escueto, hago mías las palabras de don Quijote cuando dijo aquello de :“Hasta la muerte todo es vida”.

Esto toca a su fin, y hablar de la calle San Francisco, n.º 8, obliga a citar a Lena Rivero, la de “Nosotros, los Rivero” –una de las mejores novelas del siglo XX–, que al volver a Oviedo después de una larga ausencia se encuentra con la siguiente sorpresa que resuelve el taxista: “El hotel Covadonga ya no existe. Hace años que se ha cerrado. Pero si la señora lo desea, puedo llevarla al hotel Principado. Es ahora el mejor de Oviedo… en la calle San Francisco”…

Manolo, Amalita y familia: ¡Muchas gracias!

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