El Tribunal de los Tumultos
Es tal el disparate aparente de los nacionalistas, que uno tiende a pensar que están improvisando. Pero creo que no improvisan, y de ahí su peligro. Esta minoría lleva 40 años preparándose para ello, y ahora cree haber encontrado el momento. En 1977 viví 4 años en Barcelona, y entonces, esa minoría que estimaba en un 5%, cuando te topabas con ella, notabas su agresividad. No importaba que fueran comerciantes, parecía como si no quisieran venderte. Y claro, en Barcelona acababas relacionándote con más de 20 personas al día. Resultado: una de ellas te amarga al menos el momento. Un porcentaje mucho mayor era el que te decía: “¡Ah! eres castellano”. “¡No! Soy asturiano”, respondías. Y se quedaban con cara de decir para sus adentros: “Este es un repelente imperialista”. Lo decía en estas mismas páginas Que Li hace poco. Nos relataba que, cuando llegó como guardia civil a Cataluña, como su coche llevaba la bandera de España le rompían las tuberías en sus bajos. Se imaginan si el coche coge una cuesta abajo y descubre que no tiene frenos: ¿sería eso violencia, o sólo una broma que los imperialistas no saben aguantar? Ocupar violentamente unos ilegales colegios electorales que deberían estar desalojados de todo partidismo e impedir a los cuerpos de seguridad cumplir la orden del Tribunal Supremo de Cataluña de retirar las urnas: ¿es paz o es violencia? Cuando los tumultos de la gente se lo impidieron: ¿qué hacía esa gente para impedírselo? ¿No sería rebelión? ¿Quién lo consintió e impulsó?
No, no creo que estén improvisando. No tienen razón, lo saben, y no improvisan. Lo primero fue manipular la Historia por medio de la educación de los jóvenes para que trabajara a su servicio, y lo siguen haciendo.
Carlos I de España había nacido en Gante (Bélgica), capital de la Flandes Oriental, y era, como se sabe, Carlos V como emperador de una pretendida Europa Unida denominada entonces Sacro Imperio Romano Germánico. Su hijo Felipe II heredó los títulos de sus padres y abuelos, e incluso los derechos jurídicos (por su mujer) para reinar sobre Inglaterra e Irlanda. Era lógico que algunos, como en Flandes, se rebelaran contra un rey que no había nacido en Flandes. Fue llamado por algunos “el prudente” y por otros “el fanático despótico”. Todo demasiado similar a la actualidad.
Cuando los rebeldes flamencos se alzaron contra Felipe II (no VI) por la fiscalidad de estas provincias descontentas con la política central, que en buena parte financiaban ellas, ese rey, queriendo jugar a “poli bueno-poli malo”, mandó sofocar la rebelión a Fernando Álvarez de Toledo, III Duque de Alba, ordenándole que hiciese una fanática, despótica y terrible represión. Después iría él, con prudencia y en persona, para apaciguar los ánimos dando el perdón. El Duque de Alba estableció el Tribunal de los Tumultos, también denominado Tribunal de la Sangre o Sangriento, y los flamencos quedaron divididos entre el norte calvinista y el sur católico. Europa desunida.
Ahora Puigdemont & Cia se refugian en la capital de la UE y piden amparo para conseguir sus propósitos: que Cataluña no pague contribuciones a España. No es absurda tragicomedia, tiene significado. Su egoísmo corrupto (3%) es así. Europa no debería dejarse manipular, sino castigarles y apoyar a España.
Carlos Muñiz Cueto, Gijón
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